Evo Morales protege a compinche de Ollanta Humala 2015-01-22 17:16:00
Esta semana Evo Morales ha anunciado que a Martín Belaúnde Lossio muy probablemente no se le otorgará asilo político en Bolivia porque este no se concede en casos de corrupción. Belaúnde Lossio es buscado por la justicia peruana por el delito de peculado y como coautor del delito de asociación ilícita para delinquir y ha solicitado asilo político en el país andino. Sobre Martín Belaúnde Lossio pesa una orden de preventiva por sus conexiones con la red criminal del encarcelado ex presidente (...)
- LATINOAMERICA / edicion 444, SI, LATINOAMERICA¿BELAUNDE LOSSIO DETENIDO EN BOLIVIA? 2015-01-20 12:49:05

Diez minutos antes de las 11 de la mañana, hora peruana, se conoció la noticia del día: la justicia boliviana ordenó la detención preventiva de Martín Belaúnde Lossio en las instalaciones de la Comisión Nacional de Refugio (CONARE), con sede en La Paz.
Según la información brindada por los diarios El Deber y La Razón, la decisión fue tomada esta mañana, debido al pedido de extradición presentado por el gobierno peruano respecto del investigado por su presunta participación en el caso La Centralita, así como posibles facilidades en contrataciones estatales conseguidas con gobiernos regionales. La decisión fue tomada, según El Deber, previa consulta a la CONARE respecto de la situación actual de Belaúnde Lossio.
Más que un rechazo de la solicitud de refugio, la salida de la justicia boliviana parece arribar a una situación intermedia. Dado que no lo pueden poner en una cárcel, a Belaúnde Lossio lo mantienen en la oficina donde ha pedido refugio. Así, en la práctica, garantizan que no pueda fugar, pero tampoco dan una respuesta definitiva sobre su pedido. La gran interrogante es si esta situación resulta o no compatible con la legislación internacional sobre este estatus jurídico. Atención expertos en Derecho Internacional, aquí tienen un buen caso de estudio.
Todo indica que Bolivia ha preferido razones de real politik en este tema. De un lado, ha acusado el golpe del desplante del presidente Ollanta Humala, quien no concurrirá mañana a la toma de mando por tercera vez de Evo Morales (irá Marisol Espinoza en su lugar). De otro lado, Bolivia ha presentado una demanda por límites marítimos con Chile y, en ese escenario, a la cancillería del país altiplánico le conviene mantener buenas relaciones con sus vecinos, sobre todo con una nación que puede tener una llave final respecto de su problema de salida al mar. Como se sabe, en caso Bolivia y Chile definan que dicha concesión pase por territorio que antes fue peruano, nuestro país tendrá que emitir una opinión al respecto.
Sobre la detención, de acuerdo con Canal N, Belaúnde Lossio le confirmó a la periodista Milagros Leiva que acatará la decisión de Bolivia. La frase que, según Leiva, utilizó el empresario fue: “el sistema pudo más”. Recién a las 3:13 p.m. (hora peruana), se confirmó que Belaúnde Lossio fue detenido en una casa en La Paz, ubicada en la zona de Bajo Llojeta.
Hace dos días había sido difundida una entrevista con el controvertido personaje en Día D. La sensación que dejó es la de tener un guión claro para ser refugiado. Se cuida. Y está amargo con Humala y Nadine. Lo de su condición de “socialista” (que debe ser el chiste del año) es parte de su estrategia para calzar en su nuevo estatus legal. Se vende como operador político. Finalmente, niega su participación en La Centralita, que es el caso que más años le podría traer si lo juzgan.
La detención preventiva del empresario peruano, con fines de extradición, pone de nuevo en la actualidad lo señalado por la semana pasada, en su página semanal en La República, por el periodista Ricardo Uceda:
Un proceso de extradición a Belaunde Lossio es una perspectiva factible ante la posibilidad de que Bolivia admita su refugio o permita que vaya a un tercer país. Si el expediente Antalsis no estuviera listo, el pedido deberá hacerse con el material contenido en el expediente La Centralita, a lo más añadiendo la resolución número cinco del fiscal Elmer Chirre, la cual presume la existencia de una organización criminal liderada por el prófugo. Es obvio que si el pedido de extradición presentara a Belaunde Lossio como protagonista de dos procesos abiertos en vez de solo uno, tendría mayor fuerza. Pero un caso Antalsis con bases débiles es un flaco favor a la justicia peruana.
El Ministerio Público tiene, en cambio, la oportunidad de construir un expediente robusto, con documentación probatoria, y confesiones abiertas o encubiertas de los participantes en los fraudes. Si el caso está bien armado podría añadirse al proceso de extradición, como se hizo con el proceso a Alberto Fujimori ante Chile a propósito de los diarios chicha. El fugitivo podría estar en Bolivia o Venezuela. Cierto es que demora más, pero es más seguro. En cuanto a Belaunde Lossio, tarde o temprano su destino será un penal del país, y muy probablemente durante un nuevo gobierno.
Veremos en que acaba el nuevo capítulo de este caso.
(Foto: Día D - El Comercio)
Encuentro de venados 2013-02-20 14:29:00
Publicado originalmente en Debate 114, noviembre - diciembre 2001
Por Marco Martos
Hay cosas tan, pero tan ciertas, que parecen inventadas y cuando las conversamos, ni jurando nos cree la gente, porque todo el mundo sabe que la tierra está llena de mentirosazos.
La familia Yarlequé, que vivía acá no más en Chulucanas, había juntado sus centavos para mandar a la Argentina a Tobías, uno de sus hijos, para que algo estudiase y se le fuese lo de mataperro que tenía en la sangre.
Cada verano regresaba Tobías diciendo que estaba matriculado en la Facultad de Medicina, en Rosario. Sólo unos años más tarde los amigos nos enteramos de casualidad que no había estudiado mucho porque no tenía ningún papel que acreditase su inscripción, ni constancias, ni certificados, ni nada. Lo que sabía, pero la verdad es que desde antes de irse, porque se lo había aprendido a su abuelo que era curandero y huesero, era arreglar problemas en el esqueleto de los cristianos, poner inyecciones y recetar pastillas para el dolor de cabeza; para el insomnio recomendaba valeriana o colocar en la noche un floripondio debajo de la almohada; para los problemas del estómago ordenaba una infusión de anís o té cargado; lo que hacía de maravillas eran ventosas para los dolores de la espalda. Los niños se quedaban mirándolo asombrados cuando cogía un cabito de vela, lo ponía sobre una moneda grande en la piel pelada del enfermo, lo prendía con cuidado para que no se derramase la cera sobre el paciente, elegía un vaso mediano, lo disponía boca abajo, cubriéndolo todo, esperaba que se apagase la llama mientras se levantaba la epidermis como si fuese una carpa y luego, con un movimiento rápido, retiraba el vaso. Repetía la operación dos y tres veces y al final el paisano quedaba aliviado.
Todo lo hacía Tobías por pura gracia, no quería recibir ningún pago, decía que cuando llegase a médico recién iba a tener derecho a cobrar por su trabajo, pero por lo mismo que hacía gratis sus curaciones, se hacía de rogar.
En uno de esos viajes de regreso a la santa tierra, nos contó que había venido para casarse, porque ya estaba en edad, y cuando le dijimos que nos parecía raro que allá en el sur no hubiese encontrado mujer atractiva, con la fama de bonitas que tienen las mujeres que viven en Rosario, nos respondió con una mirada pícara:
–De ser lindas lo son, y no solamente las argentinas; hay mujeres de todos los países que son unos monumentos, pero son muy mañosas. Me quiero casar con una antigua compañera de clase.
Era bandido Tobías. No tenía novia, pero tenía anotados en una libreta de hojas amarillentas los nombres de las muchachas que le gustaban desde que era churre. Al lado de cada nombre había puesto inscripciones graciosas: «flaca pero con buenas piernas», «gordita para el invierno», «chancona para hacerla trabajar». Comenzó una peregrinación casa por casa entre sus antiguas compañeras que todavía no habían encontrado marido, que fueron bastantes pues eran muy jóvenes todavía. A todas les iba haciendo la súbita proposición y ellas se le reían en la cara.
–¿Dónde se ha visto –le decían– un matrimonio tan apurado? A las mujeres nos gusta un enamoramiento ni corto ni largo, con todas las de la ley, un mutuo conocimiento, un pedido de mano para que las familias se encariñen.
Pero él erre que erre con su deseo de matrimonio rápido. De todas las casas salía Tobías con la cara larga, aunque lo atendían bien, le invitaban mala rabia, seco de chabelo, pescado frito, sarandajas, cerveza y a veces su clarito de chicha. De tanto ir de un lado a otro empezó a engordar y el tiempo ya se le estaba pasando porque le tocaba regresar a la Argentina «para matricularse en el último año», cuando al fin la Rosita Timaná se apiadó del paisano y le dijo que bueno, que estaba dispuesta a ser su mujer. En la libretita de Tobías sus amigos encontramos la frase sobre la novia: «fea, pero gancho». Pero había pasado el tiempo, Rosita era en ese momento una mujer hecha y derecha; de fea no tenía nada, al contrario, exhibía mucho garbo; cualquiera hubiera querido casarse con ella.
La fiesta del cambio de aros fue lo último bueno que le pasó a Tobías. Después de que terminó todo y la familia Timaná se había retirado a descansar, decidimos amanecer en Catacaos. Salimos en diferentes autos desde Chulucanas; Tobías iba al lado de uno de sus hermanos, que venía manejando medio mareadito. Al llegar a la pista Panamericana, Lucio Yarlequé dio la curva a toda velocidad, sin fijarse en nada, y lo agarró un ómnibus que venía embalado de Lima. El carro quedó hecho un acordeón. Lucio tuvo sólo unos rasmillones, pero Tobías, qué mala suerte, quedó con medio cuerpo paralizado. Lo llevamos al hospital regional de Piura, lo atendieron los mejores doctores, pero pasaban los meses y no podía recuperar la sensibilidad perdida. Los Timaná postergaron indefinidamente el matrimonio de su hija, con una frase que se hizo popular: «cuando se mejore Tobías».
Los que frecuentábamos a los Yarlequé intuíamos que nuestro amigo difícilmente se iba a curar. Justo es decir que la Rosita le guardó mucho respeto a su antiguo prometido, lo acompañó en las dificultades y fue rechazando una a una varias proposiciones de matrimonio.
Todo el mundo andaba con la novedad del accidente de Tobías y admirando la silla de ruedas que había mandado comprar en Buenos Aires, con sus radios de aluminio que centelleaban con el sol, dándole ánimos, diciéndole que la medicina avanza con botas de siete leguas y que el día menos pensado iba a empezar a caminar. Pero el caso no tenía vuelta: Tobías no sentía nada de la cintura para abajo. Que las desgracias nunca vienen solas es una cosa resabida. Un día la señora Petronila, su madre adorada, fue traída de urgencia al hospital de Piura con una serie de males que eran de nunca acabar: tenía problemas del corazón y la presión tan alta que no le bajaba con ninguna medicina, ni con el diente de ajo que tomaba todas las mañanas. El esposo, don Gerónimo Yarlequé, iba y venía todos los días; como si hubiese sido un muchacho, resistía el traqueteo en el ómnibus Piura-Chulucanas. Sus compadres decían que más estaba viajando que reposado en un sitio; él se reía en medio de su tristeza y decía que nadie puede eludir su destino. Muy acomedido hacía todo lo que le pedían los médicos para su esposa, buscaba una medicina rara en las farmacias, llevaba recados a los familiares y, sobre todo, velaba todo el tiempo que el reglamento lo permitía, al pie del lecho de la enferma.
Una de esas mañanas don Gerónimo no llegó al hospital de Piura. Doña Petronila preguntó inquieta por su esposo y nadie sabía qué responderle. Al medio día la noticia corrió como un reguero de pólvora: don Gerónimo se había quedado lelito su cama; nada hacía presagiar la desgracia, estaba entero como se dice, pero el Señor había querido llevárselo a su lado, como dijo el cura de Chulucanas en el sermón que pronunció el día del entierro. Los designios de Dios son inescrutables, bien lo sabemos. Por consideraciones que se pueden entender, la señora Petronila no se enteró de la muerte de su esposo. Le dijeron que había partido de urgencia a Trujillo para terminar un negocio que se le había presentado; a ella le pareció raro que se hubiese ido sin despedirse, pero como los años la habían despojado de cualquier desconfianza y tenía la certeza de que su marido iba a regresar rápido, al principio no le dio importancia al asunto. Los días iban pasando y don Gerónimo no volvía. Doña Petronila se fue poniendo cada día más mustia y con la presión más alta.
–Es un problema de emotividad –decía el médico.
–Que me traigan a mi marido, eso me va a curar –respondía la enferma.
Cuando se dio cuenta doña Petronila de que nadie le iba a devolver a su esposo, de buenas a primeras decidió morirse. Sus últimas palabras fueron:
–Sin Gerónimo conmigo, no tengo ninguna razón para vivir.
De este modo hubo dos entierros en la familia Yarlequé en menos de quince días. La cara de desolación de Tobías en el cementerio el día que enterraron a su madre es inolvidable. En ese candente sol de mediodía, los que lo veíamos a la distancia no atinábamos a distinguir si era sudor o lágrimas lo que le corría por el rostro.
Pasado el momento de duelo se vino a saber que los Yarlequé fallecidos habían dejado a sus hijos algunas propiedades. Tenían parcelas en Bigote, en Malacasí, en Serrán, y tres casas en Chulucanas.
Los hijos eran tres, Tobías, Lucio y Teobaldo, y parecía natural que a cada uno le tocase una parcela y una casa de herencia. Pero el diablo se entrometió y a Teobaldo, que era el único agricultor, aconsejado por una muchacha de Castilla que estudiaba derecho en Trujillo y que después fue su mujer, se le ocurrió, después de convencer a Lucio que andaba medio en la luna, que era posible despojar de la herencia a Tobías pues el mal de las piernas se le había subido a la cabeza, lo que era una reverenda mentira, por supuesto.
A la Justicia la representan con una venda en los ojos, tal vez porque pocas veces se da cuenta de dónde está la verdad. Con nuestro poco conocimiento de las leyes y con el tiempo que ha pasado nos es complicado recordar. El hecho es que los jueces, de Chulucanas primero y de Piura después, decidieron que Tobías estaba incapacitado de valerse por sí mismo, que no podía manejar su herencia y que necesitaba un curador que resultó ser su hermano Lucio.
Es de imaginarse la cólera de nuestro amigo Tobías cuando se enteró de la decisión judicial, que se hizo entre gallos y medianoche, como suele suceder en estos casos. Al comienzo no supo qué hacer, pero después, aconsejado por algunos de nosotros, buscó un abogado; así fue como llegó donde el doctor Rufo Zapata, que en ese tiempo tenía fama de defensor de los humildes y de las causas aparentemente perdidas, pero justas. Rufo era un jurista muy especial que también era perito contable, trabajaba como un loco, de sol en sol, hacía plata, tenía varios hijos y le gustaba beber. Tobías, que le conocía la debilidad, lo invitaba a las chicherías de Catacaos o de Chulucanas para irle contando minuciosamente la historia de la familia Yarlequé. Rufo lo defendió como mejor pudo, es decir bien, pero estaba enfermo y al final fue descuidando el caso en la Corte de Piura y Tobías perdió en la apelación. Como no tenía dinero para recurrir a la Corte Suprema, empezó a mandar cartas a los periódicos de Piura para denunciar la burla a sus elementales derechos; al comienzo los diarios publicaban sus escritos con comentarios o favorables o benevolentes, pero después los periodistas se fueron cansando de tanta insistencia en un mismo asunto y echaban a la basura sus escritos.
Entonces Tobías cambió de táctica, dirigió sus misivas a los mismos jueces, explicando con minuciosa propiedad por qué él tenía razón y no sus hermanos que lo habían despojado de su herencia. Los magistrados daban miradas distraídas a los reclamos de alguien que no era importante ni tenía ni padrinos en el gobierno o en el parlamento o en la municipalidad o en el ejército.
Un buen día Tobías Yarlequé –que siendo niño había asistido a una escuela casi en la frontera con el Ecuador, en un sitio llamado Encuentro de Venados, donde había sido alumno del célebre profesor Genaro Sullón que tanto había argumentado por la amistad de los pueblos que comparten una frontera, al punto que tenía en su salón el mismo número de niños peruanos y ecuatorianos– mandó una carta al cónsul del Ecuador en Piura, diciéndole que en protesta contra la justicia peruana, a partir del domingo siguiente se iba a considerar ecuatoriano y que lo invitaba al izamiento de la bandera tricolor en la casa que «la voracidad de mis hermanos no me ha despojado todavía, en Chulucanas.»
El asunto sí era una noticia y salió en los diarios de Piura. Cuando el día señalado llegó, lo que más había en la puerta de la casa de Tobías Yarlequé era periodistas piuranos y limeños, cámaras de televisión y cuatro enviados especiales que habían venido desde Guayaquil y Quito. Quien no estuvo, por supuesto, fue el cónsul del Ecuador, quien justamente ese día regresó a su país para consultas urgentes. Algunos temían que la Región Militar de Piura tomase cartas en el asunto, cosa que no ocurrió felizmente. Sólo dos policías, más divertidos que escandalizados, presenciaron, junto con el numeroso público congregado en plena calle, el izamiento de la bandera del Ecuador.
Nadie sabe cómo, Tobías apareció con su silla de ruedas, al lado de Rosita Timaná, que lo acompañó, con cara de circunstancias, en el techo de la casa. Había mandado colocar una enorme asta de bandera. La gente que conversaba abajo poco a poco fue callándose y cuando el silencio fue total irrumpió una banda pueblerina con unos aires militares que se suelen utilizar en las ocasiones solemnes. Tobías, auxiliado por Rosita, izó lentamente la bandera del Ecuador. La gente permaneció en respetuoso silencio. Cuando pasaron algunos minutos, poco a poco, cada quien volvió a sus asuntos.
Esa misma noche la noticia se propagó en todo el Perú y el Ecuador por la televisión, y al día siguiente dio la vuelta al mundo como algo pintoresco. Los periódicos de Piura se dedicaron durante dos semanas a analizar desde distintos ángulos el asunto. Se elogiaba la discreción del cónsul del Ecuador que no había querido concurrir a un acto que no le concernía, pues el asunto tenía que ser tratado por la justicia peruana. Algunos juristas se dedicaron a buscar en las leyes y reglamentos el artículo preciso que prohibía a los peruanos izar una bandera extranjera en su domicilio. Encontraron que, de acuerdo con la Convención de Viena, izar una bandera que no es la del propio país es un privilegio que corresponde a las delegaciones diplomáticas sólo durante el día y que el espacio que esa bandera simbólicamente protege, por una ficción jurídica, se considera territorio de ese país, inclusive durante la noche, cuando la bandera está guardada. Pero eso era legalmente insuficiente para sancionar a Tobías Yarlequé. La justicia, una vez más, hizo oídos sordos. Los magistrados consultados por los periodistas se expresaron con galimatías y lugares comunes y nada nuevo aportaron al asunto, salvo decir que no podían actuar porque no había ninguna denuncia específica en los juzgados. Los pocos psiquiatras de Piura tampoco fueron muy locuaces, prefirieron hablar generalidades sobre el peso específico de la infancia en la vida de los hombres. Sólo uno de ellos se animó a hacerle un diagnóstico mental a Tobías Yarlequé, siempre y cuando acudiese a su consultorio, «de propia voluntad», cosa que no podía ocurrir, jamás de los jamases.
Hubo un periodista, Adolfo Nieves, que se animó a hacer una investigación sobre el asunto. Desempolvó el juicio entre los hermanos Yarlequé y llegó a la conclusión de que en el fondo Tobías tenía razón, que había sido despojado por sus hermanos de una legítima herencia. Su artículo final apareció junto a una entrevista que él mismo hacía al profesor Genaro Sullón, quien recordaba a Tobías Yarlequé como un muchacho muy despabilado cuando había sido su alumno en Encuentro de Venados. Interrogado específicamente sobre la escena del izamiento de la bandera del Ecuador en Chulucanas, Genaro Sullón dijo:
–A veces la locura consiste en llevar la razón hasta los últimos extremos.
La opinión en Chulucanas y Piura sobre Tobías Yarlequé era que estaba medio tocadito, pero que tenía razón.
A Nieves le pidieron en el periódico que no insistiera en un tema que ya era un «refrito». La calma fue llegando otra vez, hasta que un día apareció en Piura Tobías Yarlequé y, frente a la Corte de Justicia, comenzó a lanzar dicterios contra los magistrados. Decimos así porque eran insultos rimbombantes, bien dichos, estudiados. La gente que pasaba se reía y la policía, por primera vez, fue condescendiente con el atrevido. Pero como Tobías regresó con la misma cantaleta durante tres días, acompañado de algunos palomillas, al final, por orden del presidente de la corte, fue detenido en la comisaría. Luego de la amonestación fue puesto en libertad.
Unos días más tarde los magistrados empezaron a recibir cartas amenazadoras de Tobías Yarlequé, quien no tenía asesor, pues Rufo Zapata dijo que no quería comprometerse en una empresa que le parecía un desatino. Tobías amenazaba con cortarse uno a uno los dedos de los pies si no se le hacía justicia. Al comienzo nadie, excepto los propios jueces y fiscales, sabía del asunto, pero después las cartas empezaron a llegar a los regidores de los concejos de Chulucanas y de Piura, a los propios alcaldes y al prefecto. Aunque públicamente se guardaba silencio sepulcral para no darle alas al reclamante, la verdad es que había preocupación en las autoridades, pero no tanta como para hacer algo. Además ¿qué se puede hacer con un ciudadano que amenaza a la sociedad con cortarse los dedos de los pies? Habría que tenerlo vigilado todo el día.
Hasta que Tobías Yarlequé cumplió sus amenazas. Se cortó los dos dedos más pequeños de los pies y mandó a los periódicos la foto, donde claramente se puede distinguir la mutilación. No sintió dolor alguno, pero consiguió asombrar a la comunidad. Otra vez se habló del asunto y por fin un magistrado admitió que el caso podría revisarse.
Fue entonces que corrió la noticia de la muerte del protagonista; se decía que lo estaban velando en su casa de Chulucanas y los amigos fuimos acompañando a Rosita Timaná, quien a pesar de no tener ya nada que ver con su antiguo novio, se vistió discretamente con una blusa blanca y una falda negra. Cuando Lucio y Teobaldo Yarlequé se enteraron del fallecimiento de su hermano, creyeron que era una estratagema y mandaron a hacer sus averiguaciones antes de acercarse al féretro. Los enviados comprobaron que el velorio existía y los dos Yarlequé fueron a ver por última vez el supuesto cadáver de su hermano. Pero Tobías, que tenía algo de brujo y no solamente de curandero, estaba vivo y coleando: apenas sintió la voz compungida de quienes tanto lo habían atormentado, medio que se levantó en el cajón, les disparó a los pies y los dejó maltrechos, con una cojera definitiva. Una vez más los periódicos se ocuparon de la familia Yarlequé. Tobías fue detenido y condenado a una pena leve que luego el Presidente de la República, en Navidad, en forma graciosa prevista por la Constitución, levantó definitivamente. Pero la justicia no le devolvió ni la parcela ni la casa que le correspondían.
De todo esto nos estábamos acordando el otro día los antiguos amigos, conversando con Rosita Timaná en la Plaza de Armas de Piura, cuando vimos a Teobaldo Yarlequé discutiendo a gritos con su mujer, que ahora es abogada. Ella le dijo en un momento:
_ ¡Cojo, cojo!
–¿Por qué me insultas?
–¿Acaso no eres cojo?
–Sí, soy cojo, y bastante sufrimiento es serlo para que además me lo digas en la Plaza de Armas de Piura.
Rosita Timaná sonrió de una manera perversa.
España: Detienen a peruano por vínculos con Sendero Luminoso 2013-01-27 21:04:00
Luis Paredes del Pino, quien trabaja como médico en España hace 10 años, tenía una orden de captura emitida por la justicia peruana.LA MALA RACHA DE FUJIMORI 2012-11-14 11:25:20

Las últimas semanas han sido un solo de derrotas para la familia Fujimori, en particular, para el patriarca del clan. ¿A qué se deben estas sucesivas malas noticias? ¿Es simple mala suerte o una estrategia equivocada? Aquí, un intento de respuesta.
EL JUICIO POR LOS DIARIOS CHICHA:
Queda claro que nunca estuvo en los planes del fujimorismo que Chile ampliara los cargos por los que fue extraditado su lider. Parte de la confianza que tenían en Alan García se basaba en que el ex presidente no fue precisamente un entusiasta de su venida y que los casos pendientes contra Fujimori en la justicia peruana avanzaban con pasos de tortuga.
Pero confiar en Alan García tiene sus costos. Uno de ellos, tener excesiva seguridad de que no iba a hacer nada. Pero fue al final del gobierno aprista que varios casos se presentaron a Chile para ampliar la extradición de Fujimori.
Obviamente, el encargo fue tomado en este gobierno por una Procuraduría Anticorrupción mucho más activa y estratégica. Y apenas obtuvieron el primer triunfo, con la aceptación en primera instancia del caso Diarios Chicha, tomaron una decisión correcta: contratar al mismo abogado que logró la extradición. Por el lado fujimorista, su abogado presentó un escrito bastante pobre oponiéndose a la misma. Al final, el resultado ya es por todos conocido.
Es muy probable que Fujimori se termine allanando en este caso. Más que por las razones de salud esgrimidas por el doctor Nakazaki, por la misma causa que hizo que, en los anteriores casos de corrupción, aceptara sus culpas. Y es que un proceso largo, en el que se presenten varias evidencias de su responsabilidad en este tipo de hechos, demolería su imagen incluso entre algunos de sus partidarios. Y las pruebas, hay que decirlo, son bastante contundentes.
El campo judicial es uno donde Fujimori ha tenido varias derrotas. De hecho, al no ser un caso con sentencia firme, el caso Diarios Chicha está fuera de los alcances del indulto, que implica una redención de la pena. Y en caso se aprobara el indulto - cosa cada día menos probable, como veremos -, este caso lo dejaría aun dentro de prisión, dado que el proceso se ha iniciado con mandato de detención y podría volver a la misma en ese caso, si es que es declarado culpable. Pero este último escenario parece improbable.
EL PARTIDO DIVIDIDO:
Lo más resaltante del reportaje de Marco Sifuentes presentado el último domingo es constatar, una vez más, las divisiones internas que existen en el fujimorismo. Así, tenemos a:
a) Un grupo de “amigos de Fujimori” (los albertistas) que son los más entusiastas con la salida de Fujimori y el aprovechamiento político de la situación. Son ellos quienes han impulsado toda la serie de gaffes y errores en los que ha incurrido la estrategia del indulto y, por tanto, ahora son las personas más criticadas en ese sector. Resulta sintomático que anoche uno de ellos, Carlos Raffo, haya sido víctima del apanado de una conocida columnista de un diario local, ex candidata al Congreso por el fujimorismo y cuya posición es favorable al indulto (o, al menos, a un imposible arresto domiciliario).
b) La bancada, en la que confluyen fujimoristas de la primera hora (Salgado, Chávez), figuras mediáticas (Gagó), congresistas nuevos con algo de manejo político (Diaz Dios y Spadaro) y un conjunto de invitados que no dice absolutamente nada sobre el indulto y que mira este tema desde el balcón.
c) Kenji, quien, como dice Sifuentes, nadie sabe que piensa y de quien todo el mundo teme que la embarre hasta el fondo. Oportunidades no han faltado, como la famosa conferencia sobre la prisión de su padre. La ventaja que tiene sobre todos los fujimoristas es que, de los hijos, es el más cercano a Alberto.
d) Keiko, la más renuente al tema del indulto, cuestión que se expresa en sus pocas salidas a declarar sobre el tema. Junto con su estado mayor (Jaime Yoshiyama y Ana Vega - su asesora desde la época en que era Primera Dama -) es quien calcula más los efectos políticos del fiasco que ha sido este proceso.
A esta altura y luego de la revelación de las fotos de la cárcel de Barbadillo, queda claro que el tema, por ahora, está liquidado. ¿Lo pretenderán reactivar en Navidad apelando al único argumento que les queda, es decir, la compasión y la pena? No se pierdan el siguiente capítulo de esta historia en la que, hasta ahora, el único ganador es Ollanta Humala, quien flota durante un mes y medio pasando piola con las torpezas fujimoristas.
Extraditan desde El Salvador a excontralor Víctor Caso Lay 2013-12-01 12:17:00

El procurador Anticorrupción, Julio Arbizu, precisó que el extraditado funcionario deberá someterse a la justicia peruana por casos de corrupción que se atribuyen. Fuente
UN DIA DE CAL Y ARENA EN EL SISTEMA DE JUSTICIA y Es muy difícil que se indulte a Fujimori si no cumple con requisitos legales
precisa que carteles de candidatos publicados no son definitivos y Delincuentes capturados quedaron libres por PJ
Megacomisión considera que Alan García cometió delito y Excarcelación de Químper se da por una lentitud en el proceso
Kenji Fujimori: Indulto a mi padre no es un tema de negociación y La Central: Bronca por indulto
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