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Seguimos adelante con los artículos de la serie '10 cosas que puedes hacer para ayudar a la Criminología', y en este capítulo veremos dos de ellas.
2. Haz lo posible por aceptar la inseguridad:
El filósofo Friedrich Nietzsche escribió una vez que "cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada", frase que ha pasado a la posteridad como una de las más citadas de su obra.
Me gusta comparar la vida de un criminólogo como un páramo frente a un abismo inmenso, que es la fuente de todas nuestras inseguridades, de todo lo que desconocemos, y de las dificultades que tanto nos asustan a la hora de emprender.
No obstante, no podemos cambiar "el paisaje"; lo único que podemos cambiar es la percepción que tenemos del mismo, es decir, nuestras ideas u opiniones sobre eso que nos rodea y que tan poco nos gusta.
Muchos de los criminólogos que me han escrito, se muestran inseguros respecto a ciertos aspectos de su formación o de las propias elecciones que han hecho desde que empezaron la carrera, aspectos como si deben seguir estudiando, si deben especializarse, si deben hacer otra carrera para complementar Criminología con algo que tenga más salida, si necesitan cursos accesorios para poder ejercer como peritos privados, etc. También parece preocupar el hecho de no recordar todo lo que se ha estudiado o no tener las diferentes teorías criminológicas ordenadas en la cabeza al convertirse en egresados.
Para empezar, todas estas inquietudes son perfectamente normales, y no es nada raro que las arrastremos durante años o que cuando las superemos, sean otras dudas las que las sustituyan.
A esas personas que me escriben, siempre les digo que somos profesionales, pero eso no nos impide estar inmersos en un continuo aprendizaje. Siempre nos quedarán cosas nuevas que aprender y cosas viejas que mejorar, por lo que debemos hacernos a la idea de que la inseguridad siempre va a estar ahí de una manera o de otra.
El abismo es el nombre con el que me gusta denominar a todas esas dudas, inquietudes y miedos que nos acompañan a los criminólogos, especialmente a los que tratamos de emprender sin apenas referencias o sin la ayuda de otros que hayan dado los mismos pasos previamente.
Por lo tanto, otra de las cosas que se pueden hacer para ayudar a la Criminología, aunque a priori pueda parecer una contradicción, es aceptar que el abismo siempre estará ahí, pero que, lejos de rechazarlo o intentar evitarlo, debemos aprender a convivir con él. Es más, la "relación" que mantengamos con lo que no es seguro o con lo que nos perturba, puede llegar a ser muy positiva...
Cuando digo que "el abismo es tu amigo" me refiero a que es un compañero fiel (nos guste o no), que va a acompañarnos a lo largo de toda nuestra trayectoria, en los momentos bajos y en los momentos de celebración, y que pase lo que pase, siempre estará ahí, impasible e impenetrable, pero estable. Lo único seguro, es que tendremos inseguridades, ¡pero por suerte se puede aprender mucho de ellas!
Hacerse amigo del abismo no significa otra cosa que enfrentarse a uno mismo y aceptar nuestros miedos como algo natural. Esto puede implicar el inicio de una nueva forma de verlos, porque en muchas ocasiones nos paralizan o nos impiden avanzar, pero el simple hecho de aceptarlos, ayuda a comprender que no pasa nada; no pasará nada por tener iniciativas, no ocurrirá nada terrible si decidimos emprender un proyecto o hacer algo que hasta el momento no nos hemos atrevido a hacer.
Los miedos están ahí para empujarnos, pero a menudo los comprendemos mal y creemos que son un impedimento.
Ser criminólogo no es fácil, pero empezar por sentirnos más o menos cómodos con nuestras inseguridades, puede hacer que abandonemos para siempre esa zona de confort que nos mantiene inmóviles. Además, hay una cosa muy importante a tener en cuenta... y es que cuando uno decide "abrazar" su abismo, ya no se puede parar.
En mi caso, hice una locura para dejar de lado esa enemistad, y hasta hoy no he dejado de prosperar profesionalmente como criminóloga:
Una buen día de febrero de 2014, me harté de todo y decidí ser criminóloga de la noche a la mañana (literalmente). Esa misma tarde elaboré un pequeño proyecto sobre seguridad ciudadana e imprimí varias copias de un modelo de encuesta para los comerciantes de la Gran Vía de Madrid. Al día siguiente fui a mi trabajo, avisé en el momento de que me largaba, y me fui al centro de la ciudad a llevar a cabo mi pequeña investigación. Esa misma semana aprendí Joomla, renové mi marchita página web y comencé un blog. Unos días después elaboré un informe estadístico sobre lo que había hecho en la Gran Vía, empecé a pensar en otros proyectos y desde entonces ha sido un no parar.
Hoy, un año y medio después de aquello, estoy en el primer despacho de Criminología de Madrid, he publicado un libro, he salido en la tele, he dado clases de Criminología en un instituto público, me han hecho varias entrevistas para trabajos de fin de grado (tanto en España como en Sudamérica), publico artículos en tres medios digitales además de mi blog (¡y pronto en uno en papel!), y sigo reservando un tiempo especial para mis proyectos particulares.
Lo que quiero decir con todo esto, es que una vez aprendemos a vivir mirando al abismo día a día... llega un momento en que hasta se coge confianza con él. Se puede ser criminólogo, aún con todas las inseguridades del mundo.
Claro que he cometido errores, claro que a veces digo cosas que leo un tiempo después y pienso "¡estoy loca!", y claro que necesito repasar apuntes o bibliografía a menudo, pero ninguna de esas cosas me impide exponerme a danzar frente al abismo.
Dicen que ante el miedo sólo hay dos posibles respuestas: huir o luchar.
No podréis huir de la Criminología cuando seáis criminólogos, por mucho que lo intentéis. La recordaréis todos los días de vuestra vida aunque trabajéis en una tienda de helados, y eso se convertirá en un martirio mayor que enfrentaros a vuestros miedos. Por eso, en cuanto podáis, empezad a luchar.
3. Sabes lo necesario:
Vale, y ahora que tomo cafés con mi abismo todos los viernes, ¿qué hago?
Una de las dudas que más frecuentemente me plantean otros criminólogos, es el hecho de que creen que no saben lo suficiente como para ejercer, y os diré un secreto que podéis contarle a quién queráis (pero sobretodo a vosotros mismos): ES MENTIRA.
No creo que nadie sepa a ciencia cierta de dónde ha salido esa leyenda urbana, pero eso de que un criminólogo no sabe lo suficiente como para ejercer como tal, o que no está preparado cuando se convierte en egresado y necesita seguir estudiando, es un cuento chino más popular de lo que a muchos nos gustaría.
Que la Criminología es una ciencia independiente, es algo que todos estudiamos en algún momento de la carrera, y hay cientos de criminólogos en el pasado que se han desgañitado para convencer de ello al resto de gremios profesionales. Hay gente que ha volcado su vida en demostrar que la Criminología no necesita de "auxiliares" para funcionar, por el simple hecho de que es multidisciplinar, y beber de tantas otras ciencias la convierte en una disciplina completa que puede funcionar por sí sola, eso sí, siempre en el terreno que le corresponde.
Ser criminólogo no significa ser experto en todas las disciplinas de las que se componen nuestros estudios, pero sí significa una cosa que debemos tener clara ante todo: sabemos más que nadie de Criminología. Y eso basta.
Es tan simple como parece, porque un criminólogo es un profesional que sabe de Criminología. Punto.
Otro tema es que no sepamos muy bien cómo aplicar la teoría o como pasar a la práctica en determinadas situaciones, pero eso es algo que se resuelve con la experiencia, no con más estudios. La carrera nos provee de todos los conocimientos que podemos necesitar en nuestros inicios, y aunque evidentemente tendremos que profundizar en algunos de ellos según nos lo pida el día a día o nuestra actividad, eso no significa que tengamos que tener cuatro carreras, dos máster y veinte cursos.
Es más, tengo la experiencia de haber agotado prácticamente todos los estudios que hay en España relacionados con Criminología (a excepción de máster de especialización), y tengo que decir que, personalmente, lo que más me ha ayudado a tener ideas y llevar adelante proyectos, es mi viejo manual de Criminología (y tan viejo, porque es el de García-Pablos).
Mi actividad en el despacho me ha pedido profundizar en temas de Criminología Ambiental que no se dan mucho en la carrera, pero he podido hacerlo por mi cuenta a base de leer buenos manuales sobre el tema y a base de buscar investigaciones en otros países. No es nada complicado encontrar referencias y bibliografía (incluso gratuita) sobre estos temas en Internet.
Por otro lado, mis estudios en Criminalística también me han ayudado mucho en la elaboración de un informe criminológico, ya que tuve que encargarme de un par de reconstrucciones que estaban más cerca de la informática forense que de la Criminología, pero a este respecto tengo que decir, que en cuanto uno se pone manos a la obra, encuentra la forma de hacer las cosas, aún cuando nadie se las ha enseñado directamente.
Lo que les falta a la mayoría de criminólogos que dudan de su capacidad como profesionales o piensan que la carrera no es suficiente, es práctica, práctica y más práctica. Por eso suelo recomendar desarrollar proyectos personales para aprender, aunque no los publiquemos, aunque creamos que no valen para nada... nos valen para ganar experiencia.
Uno de mis mayores hándicaps a la hora de emprender, era que me daba vergüenza escribir y publicar mis proyectos, para que cientos de extraños los leyesen y juzgasen. Pese a que me costaba horrores dar mi opinión sobre determinados temas (y demostrar mi ignorancia en muchos de ellos), me lancé a escribir todo tipo de cosas: un blog, artículos, guías, un libro e informes de proyectos personales.
Esto es, hice todo lo posible por superar ese miedo, precisamente porque soy una profesional en expansión y en continuo proceso de aprendizaje, y quiero ir mejorando poco a poco, dando ejemplo a otras personas que puedan estar en la situación en que yo me encontraba hace un año y medio.
Somos más que suficiente para ejercer como peritos criminólogos y para poder emitir informes criminológicos y ratificarlos en un juicio. No necesitamos nada más que experiencia para hacer esto, una experiencia que por desgracia ninguna empresa puede darnos a día de hoy (más que nada porque aún existen empresas de criminólogos con capacidad para contratar a gente y tener becarios de forma continuada).
Depende de nosotros que eso cambie en el futuro, pero aún así, debemos tener claro que nadie puede exigirnos otra carrera para complementar la nuestra porque por sí sola no sea suficiente.
Pensando que necesitamos más estudios para emitir informes criminológicos o ser peritos criminólogos, sin haber intentado ver hasta dónde llegamos sólo con nuestros estudios, es en cierto modo infravalorar el sacrificio y el trabajo que los criminólogos de antaño hicieron para conseguir que nuestra ciencia fuera independiente.
Tenemos que seguir recorriendo el camino que otros empezaron a andar hace mucho, porque es gracias a esos primeros pasos que hoy tenemos títulos oficiales de Criminología, y que tenemos la oportunidad única de conseguir implantar la profesión en la sociedad, como cualquier otro oficio.
Hay mucha gente que ha muerto y que va a morir sin ver eso.
Por respeto a los que lucharon y por respeto a nosotros mismos, deberíamos tener más confianza en nuestras capacidades y en nuestra independencia como profesionales, y repetirnos cada día que somos criminólogos y que eso basta para ejercer como tal.
Para terminar, resumiré los dos puntos anteriores en una sola frase, ya que creo que hay una estrecha relación entre ellos: seamos criminólogos seguros de nosotros mismos, mientras navegamos gozosamente en la inseguridad de la vida.