sábado, 24 de enero de 2015

EL ANDAHUAYLAZO: CRONICA DE UN SECUESTRO Y ASESINATO DE CUATRO POLICIAS y Más de 20 policías sospechados de vínculos con el narcotráfico en Santa Fe

EL ANDAHUAYLAZO: CRONICA DE UN SECUESTRO Y ASESINATO DE CUATRO POLICIAS 2013-01-08 10:59:13

"¡Hemos matado a cuatro perros del Estado!"

En memoria de los policías secuestrados, torturados, violentados, moral, física y psicológicamente y  los cuatros asesinados a sangre fría .
Los cuatro policías muertos se llamaban Carlos Cahuana Pacheco, Luis Chávez Vásquez, Ricardo Rivera Fernández y Abelardo Cerrón Carbajal. Wikipedia  se refiere a que El  Andahuaylazo fue una asonada que ocurrió en la ciudad de Andahuaylas, Perú y que fue encabezado por el mayor retirado del Ejército Peruano Antauro Igor Humala Tasso (presuntamente por órdenes de su hermano Ollanta Humala), quien al frente de 150 seguidores del etnocacerismo, capturó la sede de la comandancia policial de dicha ciudad. Ocurrió entre los días 1 y 4 de enero del 2005, bajo el gobierno del presidente Alejandro Toledo, y tuvo como saldo trágico la muerte de cuatro policías y dos insurgentes. Finalizó con la captura de Antauro y la rendición de sus seguidores. El 7 de enero, después de ocho años, un medio de comunicación recoge la noticia de que a  24 horas de que el Tribunal Constitucional (TC) evalúe el proyecto de resolución que elaboró el magistrado Fernando Calle, en el que recomienda anular la condena de 19 años a Antauro Humala por el 'Andahuaylazo', el líder etnocacerista  se ratificó en que su hermano Ollanta Humala fue quien le ordenó ejecutar esta sangrienta asonada, ocurrida en 2005 y que dejó 4 policías muertos. "Mientras que el recurrente realizaba una campaña proselitista que lo hacía conocido políticamente en todo el Perú (…) y cuando mi hermano fue dado de baja, a efectos de que no sea sepultado políticamente (porque el alzamiento de Locumba no tenía relevancia política, porque los soldados eran del Servicio Militar Obligatorio…), opté por tal razón, a pedido suyo, levantarme en armas con soldados reservistas etnocaceristas en Andahuaylas, que eran retirados pero que estaban concientizados y adoctrinados y que se jugaron la vida por los ideales de los Humala". Esto lo puso el etnocacarista en la denuncia que interpuso contra el premier Juan Jiménez. El 28 de marzo del 2008, el entonces candidato presidencial del Partido Nacionalista, Ollanta Humala, fue excluido como acusado en el juicio que se le siguió a su hermano Antauro por el 'Andahuaylazo' del 2005, donde murieron cuatro policías y dos reservistas. La defensa de Ollanta (a cargo de Omar Chehade) logró que el Poder Judicial aceptara el hábeas corpus que presentó para que sea considerado solo como testigo y no como acusado por delitos de rebelión, homicidio, secuestro y daños materiales. La sentencia contra su hermano fue de 19 años. REFRESCANDO LA MEMORIA SOBRE EL ANDAHUAYLAZO (1- 4 ENERO 2005) Ahora que Antauro Humala , el líder etnocacerista ,  se ratifica en que su hermano Ollanta Humala fue quien le ordenó ejecutar esta sangrienta asonada, ocurrida en 2005 y que dejó 4 policías muertos,  es oportuno refrescar la memoria histórica de un pueblo desmemoriado para evitar que los  cadáveres de los policías se revuelquen en su tuba ante la inercia e indiferencia de la justicia y la verdad. Han pasado más de ocho  años desde el asalto a la Comisaría de Andahuaylas , hecho que en su momento acaparó la atención de la prensa mundial llevado a cabo por más de 150 etnocaceristas , liderados por el Mayor EP® Antauro Humala Tasso y el “capitán Paiche" o "Pachas" ( Cap. EP en retiro, Marco Antonio VIZCARRA), segundo al mando . Este suceso que es parte de la historia pasó  ser conocido como “El Andahuaylazo” . El proceso de juzgamiento se realizó en el Penal de Piedras Gordas por un tribunal ad hoc en donde se había acondicionados un ambiente y a excepción de los arrebatos del procesado y principal protagonista de El Andahuaylazo , Antauro Humala, el juicio pasaba desapercibido , diluido en el tiempo y el letargo, la prensa estaba más interesado en la enredos o los crímenes en el mundo de la farándula , hasta que de pronto, despertamos del letargo y se anunció la amnistía de Antauro Humala . Por ahora, es mi intención refrescar un poco la historia de este suceso del cual pocos conocen o recuerdan de cómo sucedió el asalto y la toma de la Comisaría Sectorial de Andahuaylas , y sobre todo, la inmolación de cuatro policías en la madrugada del 2 de enero del 2005. Muchos ignoran las peripecias que pasaron los policías rehenes para sobrevivir durante los cuatros días y medio que duró la toma de la Comisaría , desde la madrugada del 1 de enero 2005 hasta el mediodía del 4 de enero , día en que Antauro Humala se rinde y entrega las armas, la mayoría obtenida de la armería del local de la Comisaría. Para reconstruir estos hechos y lograr que sea fácilmente digerible por el lector, no existe mejor método que acudir a los testimonios de las mismas víctimas o agraviados que aparecen en sus manifestaciones de los policías que fueron tomados como rehenes. Pocos saben también que durante el tiempo que duró el asalto y la toma de la Comisaría de Andahuaylas, un policía permaneció más de dos días y medio escondido en el umbral del techo de la misma sin agua ni comida, que los policías – rehenes todos los días eran maltratados, física y psicológicamente, y eran vigilados por cuatro o cinco etnocaceristas , quienes les apuntaban con sus armas , los amenazaban que iban a matarlos si intentaban fugarse , y los insultaban con frases de gruesos calibres como " perros miserables, sirvientes del coquero Toledo" asimismo no se les permitía hacer uso de los servicios higiénicos y eran obligados a miccionar o defecar en baldes plásticos. En caso de que los familiares de los policías – rehenes se acercaban llevándoles alimentos y agua, los seguidores de Antauro Humala, les entregaban media ración o ninguna; el resto de comida era para los asaltantes. Los policías secuestrados, permanecían todo el día y la noche , maniatados y colocados en espacios reducidos. Durante las noches eran trasladados a un depósito de muebles viejos en donde dormían, o bien parados o en el suelo, encima de improvisados colchones o sucios cartones. El policía que se acercaba a la comisaría, confiado, pensando que eran soldados de la patria, eran cogidos de rehenes e inmediatamente, eran ubicados con los demás rehenes , después de quitarle el uniforme, humillarlo, vejarlo, despojarle de su armamento personal, celular, prendas , dinero, alhajas, tarjetas Multired , celulares, etcétera. Al día siguiente, los policías –rehenes veían impotentes como sus prendas, zapatos, armamento, era usado por los etnocaceristas. El asalto y la toma de la Comisaría de Andahuaylas, coincidió con la celebración de una fiesta costumbrista religioso-patronal que todos los años se lleva a cabo en dicha ciudad y en esos momentos, la procesión y la gente se había concentrado en la Plaza de Armas de Andahuaylas. Había un aproximado de dos mil pobladores , de todo nivel social , se habían dado cita para celebrar la fiesta patronal , incluso, habían notables invitados que llegaron de la capital como el congresista , Edgar Villanueva Núñez. La fiesta empezó a la una de la tarde del 31 de diciembre y en el momento que los etnocaceristas , liderado por el mayor en retiro del ejército peruano tomaban por asalto la Comisaría , ubicada a escasas cinco cuadras de la Plaza de Armas, eran como las tres y media de la madrugada del primero de enero de 2005 . El ruido infernal que desata la quema de los castillos, los gritos de las personas que acompañaban la procesión, repartiéndose el famoso aguardiente de caña mezclado con jugo de naranja o té, que les permitía menguar el frío helado de las madrugadas de dicha provincia cuya temperatura llega a bajar hasta cinco grados, se confundía con el ruido de las armas que utilizaron los etnocaceristas para reducir a los once policías que en esos momentos se encontraban en el interior de la comisaría . Nadie esperaba que esa noche de año nuevo, el nombre de este pueblo, uno de los pobres del país y abandonado a su suerte, se iba a colocar en primera plana de las noticias a nivel mundial. Cuando los medios de prensa empezaron a difundir la noticia, el país entero seguía el acontecimiento propiciado por un grupo que se hacían conocer como "etnocaceristas " que pensaba desatar una revolución en cadena; primero levantando el cuartel del ejército peruano: después otro cuartel, y así hasta derrocar al "coquero Toledo" , como le llamaba de manera despectiva el líder de dicho grupo, Antauro Humala, al presidente de de la República, Dr. Alejandro Toledo Manrique. También, pocos podían presagiar que dicho grupo que eran vistos por el pueblo de Andahuaylas, vendiendo el pasquín "Ollanta", gritando y difundiendo sus lemas y arengas a través de un parlante portátil, que eran parte del folclore, de la noche a la mañana iban a tomar las armas y empezar una rebelión contra el Gobierno del presidente Toledo. Los pobladores de Andahuaylas los veían caminando, siempre en grupos, vestidos con pantalones camuflados del ejército peruano, polos negros con el logo del Ejército Peruano y en la parte posterior del polo la palabra "Reservista", vendiendo por las calles y alrededor de la Plaza de Armas , el periódico "Ollanta", que en su momento estelar, llegó a editar 150 mil ejemplares y era distribuido a nivel nacional bajo la supervisión del Capitán "Paiche" o "Pächas"( Marco Antonio Vizcarra) , segundo al mando del asalto . Pero nunca se les ocurriría que ese primero de enero 2005 , asaltarían y tomarían por asalto la comisaría de Andahuaylas . La presencia de los etnocaceristas no despertaba sospecha , tal es así que el 30 de diciembre 2004, dos días antes del asalto , dos policías que trabajaban en launidad de investigaciones , intervienen a diez personas que llegaban a la ciudad con mochilas, pensando que eran narcotraficantes , pero los dejaron ir al comprobar, en las primeras diligencias investigativas , que eran del Movimiento Etnocacerista , y que según ellos, llegaban a la zona para asistir r a una conferencia en la "Casa del Maestro" . El asalto
Eran las tres y media de la noche del primero de enero dos mil cinco en el pueblo de Andahuaylas y hacía una hora que el SO3 PNP José Efraín Berrocal Cartolin sehabía relevado con el SOT3 Edgar Arias Munares en el servicio de puerta principal de la comisaría de Andahuaylas . La noche , como tantas otras, estaba fría , cerrada y el suboficial Berrocal que estaba de centinela , se frotaba las manos , intentando en vano espantar el frío intenso que le penetraba hasta los huesos.Y mientras soplando en la cavidad formada en la mano derecha, en medio de la penumbra- las calles del pueblo carecen de buena iluminación- observó que a media cuadra se acercaba una patrulla de uniformados conformada por quince o veinte soldados; todos , vestidos con uniformes camuflados del Ejército Peruano. También observó que la mayoría portaba fusiles FAL, otros , fusiles HK, G3 , culata plegable y fija , en un número indeterminado , así como algunos revólveres , pistolas, granadas de fusil instalaza API y Norinko , cacerinas, y una que otra escopeta de diferente calibre . Al llegar a la altura donde se encontraba, la patrulla se para y le da frente, acercándose dos oficiales que portaban sus pistolas al cinto . Uno de ellos era mayor por los cuatro galones que tenía en el gorro ; el otro, en cambio , tenía tres galones. El mayor se acerca , le estila la mano , lo saluda y le dice : "técnico , buenos días… así es nuestro trabajo… ya habrá momentos para festejar .Le deseo feliz año nuevo ". Después del saludo, el mayor dio un paso atrás con firmeza y el capitán se le acerca , le extiende la mano y le dice : "feliz año" . Pero esta vez no le suelta la mano y con un movimiento rápido , jala al centinela hacia él , tratando de llegar al fusil AKM que tenía el policía . Empiezan a forcejear . El SOT3 José Efraín BERROCAL CARTOLIN trataba por todos los medios de evitar que le quiten la pistola ametralladora que utilizaba para el servicio, pero es rodeado y reducido cuando siente el frío cañón de una pistola a la altura de su cuello , luego arrojado es arrojado al suelo y le colocan un pie en la espalda , mientras lo amenazan : " Suelta el arma, concha tu madre ". El policía se aferra al fusil como su vida y empieza a gritar pidiendo auxilio, mientras le llueve una andanada de puntapiés en diferentes partes del cuerpo. En esos momentos pierde el conocimiento. Habrá pasado unos cinco minutos cuando lo recupera y se da cuenta que no tenía su arma ; entonces , mira hacia dentro del local de la comisaría y observa que todas las luces estaban prendidas, tanto del primer como segundo piso , y que los asaltantes preguntaban a sus compañeros( tirados en el suelo) ¿ dónde estaba el armamento? Los asaltantes cuando se dieron cuenta de que el centinela había recuperado el conocimiento, nuevamente le propinan una andanada de puntapiés mientras le preguntaban dónde está la armería. El centinela , para desviarlos, les dice que no sabe porque recién había sido cambiado a Andahuaylas. En esos momentos, se siente el ruido de un pesado cuerpo que cae del segundo piso encima del capote de un vehículo blanco incautado , estacionado en el interior de la Comisaría . Era el Suboficial de Tercera , Ciro PORROA que había sido arrojado del segundo piso por los  etnocaceristas . El ruido de la caída del policía se mezcla con el ruido de la a fuga de gas de dos bombas lacrimógenas, que algún policía había arrojado al patio , humo que rápidamente se expandió por todos los rincones del primer piso , y que descontroló a los asaltantes ; situación que fue aprovechada por Berrocal para zafarse de sus custodios que lo habían cogido de los brazos y empieza una loca carrera hacia el vehículo del comisario que estaba en el patio , coge la radio y empieza a pedir ayuda a las unidades móviles que cubrían servicio de inamovilidad por inmediaciones de la Plaza de Armas . La llamada desesperada de auxilio fueron recibidas por los patrulleros : PO-33, PO-34, PO-35, P0-37 y PO-38. Berrocal,  repetía , desesperado, que la comisaría era asaltada y requerían ayuda . Disipado el humo blanco de las bombas lacrimógenas, los etnocaceristas vuelven a tomar el control de la situación y con empujones, golpes e insultos, sacaron los policías hacia el exterior del local, los juntaron y los apuntaron con sus armas . Luego , colocaron a su alrededor, varias cajas de cervezas , así como algunas botellas vacías y gritaban que los habían encontrado "borrachos", que eran una vergüenza y que esa es la policía del corrupto Toledo. Cada cierto tiempo llegaban más policías atraídos por la noticia de que estaban asaltando la comisaría , pero se confundían con los uniformados que estaban en el exterior del local , se acercaban y eran reducidos, los despojaban de sus armas, uniformes y pasaban al grupo de rehenes. El SOT3 PNP ROLANDO ESCOBAR ESTRADA, agente que trabajaba en la oficina de inteligencia de la comisaría y que esa noche cubría servicio de inamovilidad absoluta en la Plaza de Armas , con motivo de la fiesta costumbrista, también caería como rehén . Se había acercado al local al escuchar la sirena de los patrulleros que se dirigían a la comisaría, caminó hasta la puerta principal , por detrás del loca, pero es visto por cuatro camuflados que portaban armas de fuego, lo reducen a golpes y luego lo conducen donde estaban los demás rehenes . El Comisario
El comisario era el mayor PNP Miguel Ángel Canga Guzmán , de 41 años, nacido en la provincia de Requena –Loreto y se hizo cargo de la Comisaría Sectorial de Andahuaylas el siete de junio 2004. Esa noche, durante el asalto , no estuvo  en el local . A las doce, había reunido a los 45 policías que trabajaban bajo su mando, así como algunos oficiales que habían ascendido al grado inmediato superior, realizaron un brindis por año nuevo , mandó comprar dos cajas de cerveza y cuando era la una de la madrugada, decidió terminar con la reunión porque había servicio que cubrir con motivo de la fiesta costumbrista . Todos se retiran del local , a excepción de los que cubrían servicio y de los que pernoctaban en el segundo piso , en donde habían dos ambientes destinados para dormitorios de oficiales y subalternos , la mayoría solteros o aquellos policías que llegaban a la zona de visita o para pasar revista de armamento o carné . Después del ágape, algunos se fueron a cubrir servicio de inmovilidad en verbena del Niño Jesús de Praga de Andahuaylas , fiesta patronal-costumbristaque se había concentrado en la Plaza de Armas . Esta fiesta dura tres días y la policía colabora en la seguridad con hombres a pie y en patrulleros. Otros , se fueron a sus casas o siguieron  la celebración de año nuevo con amigos o vecinos . Es así que cuando la comisaría es asaltada por los etnocaceristas , haciéndose pasar como soldados del EP que patrullaban la zona, el comisario se encontraba en la tienda de su cuñado, Arturo Coronado Arenas, ubicada a cinco cuadra de laComisaría y escucha varias detonaciones; entonces se le cruza por la mente la idea de que eran pirotécnicos lanzados en la Plaza de Armas de Andahuaylas . Pero, a los pocos minutos, aparece en el umbral de la tienda el suboficial de primera , Edgar Gavino Rodríguez , acompañado del suboficial de segunda , Gregorio Rodríguez Chacaltana y del suboficial de tercera , Gregorio Cruz Gutiérrez, quienes , agitados y nerviosos , le dicen que la comisaría había sido asaltada por soldados del ejército . Inmediatamente, los cuatros abordan una moto taxi y se dirigen a la comisaría , pero antes de llegar a la puerta, son interceptados por un grupo de etnocaceristas , quienes los hacen bajar .. El Suboficial Gavino que estaba colgado de la parte de atrás de vehículo, logra escabullirse y emprende una loca carrera , sorteando los balazos que disparaban los etnocaceristas, mientras se le vino a la mente de que a varios uniformados que en esos momentos le estaban disparando, los había intervenido el 30 de diciembre 2004 , confundiéndolos con narcotraficantes, pero ahora comprobaba que eran etnocaceristas que habían asaltado la comisaría . En su fuga se encuentra con el suboficial de segunda , Rodríguez Chacaltana y el suboficial de tercera, Cruz Gutiérrez. Los tres deciden correr por varias cuadras , hasta un lugar en donde encuentran una mototaxi , la abordan y se dirigen hacia el Cuartel de Ingeniería del Ejército Peruano , ubicado a dos kilómetros , con la finalidad de avisarles , buscaban una fuerza amiga , pero cuando están aproximándose al cuartel , observan que a la altura de la puerta principal, se habían estacionado dos patrulleros de la policía . Se detienen y se esconden por inmediaciones del cuartel y entre las sombras observan la entrada porque tenían temor de que ya los etnocaceristas habían tomado también el cuartel del EP. Estando escondidos, ven pasar a los patrulleros y deciden seguirlos , observando que los ocupantes de dichas móviles se estacionan en una intersección y empiezan a pedir documentos , la mayoría eran etnocaceristas.Entonces, deciden dirigirse a la casa del Técnico Barraza quien les facilita su teléfono y se comunican con el Capitán Villafuerte, comisario de San Jerónimo, quien les ordena que se replieguen a su comisaría . Cuando el Mayor Canga llega a su comisaría, se dio con la sorpresa de que los asaltantes regresaban de nuevo al local, bien apertrechados , con fusiles FAL, HK-G3,AKM, Pistolas y revólveres . Al parecer , venían del Cuartel Los Chancas hacia donde fueron , pero tuvieron que regresarse . Algo sucedió por lo que no pudieron concretar su objetivo: el apoyo y levantamiento de los soldados y la oficialidad del Cuartel Los Chancas del EP. ¿ Qué sucedió realmente? ¿ Qué conversación sostuvo , Antauro Humala , con el Jefe del Cuartel de los Chancas? Esta es la parte de la historia que aún permanece cubierto con un  manto de misterio. Cuando los etnocaceristas retornan al local de la comisaría, con Antauro Humala a la cabeza, vuelven a retomar el control , reducen al mayor Canga y obligan a lospolicías – rehenes que formen en el frontis del local y proceden a insultarlos, vejarlos y los despojan de sus borceguíes . Pasada la revisión , el despojo de sus prendas y armas de reglamento, los hacen volver al interior del local y los ubican en la Oficina de Tránsito , lugar donde ingresa Antauro Humala acompañado de un corresponsal de Radio Programas que portaba una filmadora .El periodista realiza varias tomas de los rehenes y se retiran ; después, ingresa una mujer del grupo de asaltantes , a eso de las siete de la mañana , premunida de un arma de fuego y los conmina a quitarse las pocas prendas que tenían ( capotín, borceguíes , chomba negra, pantalón de uniforme, polos) , las mismas que fueron repartidas entre sus compañeros, quienes se las ponían de inmediato. En momentos de la incursión etnocacerista a la comisaría habían once policías en su interior : 7 de la Comisaría Sectorial ( ambos de la Sección de Investigaciones Especiales) , 1 radio operador , 1 de inteligencia y 2 oficiales. Uno era el teniente PNP Larry Fernández Purizaca , quien se desempeñaba como comisario de Huancarama y que el 31 de diciembre 2004 había llegado de comisión de servicio , quedándose a dormir en el segundo piso; el otro oficial, era elteniente Sergio Ortiz Galván, quien desde la fecha que llegó cambiado de colocación a la Comisaría de Andahuaylas, se alojó en el segundo piso y tenía un ropero donde guardaba sus pertenencias. En la oficina de la Sección de Investigaciones Especiales se encontraban cubriendo servicio de permanencia , el suboficial de primera , Edgar Gavino Rodríguez Vallenas y el suboficial técnico de segunda, Barraza Pillary. El primero , dormía encima de un colchón tirado al piso de la oficina ; el otro , en un catre . Ambos fueron levantados como a las tres y media de la madrugada por la tremenda bulla y gritos destemplados de los asaltantes , mezclados con disparos de armas de fuego. Al salir hacia las escaleras que daban al segundo piso, observan que varios uniformados subían hacia el segundo piso , los relucieron y empezaron a agredirlos con puntapiés ; después ingresaron a la oficina que era atizada como armería, rompieron los candados de seguridad y se apoderan de 6 fusiles AKM y 5 pistolas Prieto Beretta. Posteriormente, los asaltantes , se fueron con dirección al Cuartel Los Chancas del EP. El suboficial de tercera PNP , Jorge Chacón Luna, quien dormía en la cuadra de suboficiales ubicada en el segundo piso de la comisaría, fue levantando también apuntapiés y con empujones , llevado al frontis del local en donde estaban formados, pegados a la pared, sus otros compañeros. Los asaltantes le despojan de su arma y lo amenazan que si intentaba escapar, debía darse por muerto . Le quitaron sus borceguíes y con las manos en la nuca, fue arrojado en la oficina de Tránsito, donde permaneció hasta el día de la rendición. El SO3 PNP Ciro Uberlando Rojas Porroa, otro de los que dormían en el segundo piso , fue despertado también con una pistola apuntándole a la altura del cuello ;después , fue sacado con sus compañeros que estaban descansando en el segundo piso y arrojado al primer piso por las escaleras, golpeándose la cabeza y partes del cuerpo que le hace perder el conocimiento . Al recobrar la conciencia , es sacado al  exterior, lo hacen formar , lo registran y les quitan su calzado , para luego conducirlo a la sección transportes, en donde estaban otros compañeros de rehenes. . El Suboficial de Segunda PNP , Plácido PALOMINO LAZO fue despertado por cinco uniformados que se abalanzan y le quitan su arma , luego lo bajan al primer piso en donde estaban sus compañeros , quienes son sacados al frontis de la Comisaría en donde los despojaron de sus prendas y dinero. Otro oficial que estuvo en un lugar y la hora inadecuada , era el teniente PNP Larry FERNANDEZ PURIZACA . Estaba de tránsito y ese día se quedó a dormir en el segundo piso. Recientemente había ascendido al grado de teniente y permaneció en la ceremonia por Año Nuevo organizada por el Comisario, hasta la una de la tarde, luego se retira al domicilio de un familiar del teniente Sergio Ortiz quien también había ascendido ; retornando a la comisaría a las 4 de la tarde , quedándose a descansar en el segundo piso . Cerca de la una de la madrugada, se despierta para ir al baño y entre las tres y treinta a las cuatro de la madrugada, es despertado con dos patadas en el pecho , por el lado del corazón , propinadas por algunos etnocaceristas. Uno de ellos le colocó un puñal dentado en el cuello, gritándole que iba a hundírselo si es que no le decía dónde estaba el armamento. Lo jalan al pasadizo del mismo piso y es amenazado con lanzarlo al patio , lo bajan a empujones por las escaleras, rampando hacia el primer piso , hacia el ambiente entre la prevención y el despacho del Comisario , donde se encuentra con los demás colegas , percatándose de que la Comisaría había sido tomada y en todos los ambientes habían personas uniformadas . Aparece el Mayor Humala y disponen que lleven a los rehenes al frontis de la Comisaría porque al parecer habían lanzado una bomba lacrimógena . El teniente PNP Sergio ORTIZ GALVAN, 24 años de edad, soltero, cambiado a Andahuaylas desde el 1 de marzo del 2004 , se desempeñaba como Jefe de Tránsito. Había permanecido hasta las tres y cuarenta y cinco de la madrugada observando los festejos de la fiesta costumbrista por inmediaciones de la Plaza de Armas y retornó a la Comisaría en donde se alojaba en la cuadra de oficiales ( segunda planta). No bien fue cogido por el letargo del sueño , es despertado, sobresaltado por los ruidos , golpes , patadas en las puertas , gritos dando vivas al general Juan Velasco Alvarado, al Movimiento Ollanta, ¡Abajo el gobierno del coquero Toledo!- gritaban . Coge su pistola y se parapeta detrás de la puerta , observando que ocho o diezpersonas vestidas con uniforme camuflados ingresaban al ambiente donde dormían los suboficiales . Uno de los uniformados disparó contra él y logra herirlo a la altura del pectoral izquierdo , con orificio de entrada y salida. Repele el ataque con su arma, logra herir a varios de sus atacantes, pero se le termina las 15 balas de su cacerina y opta por lanzar dos granadas lacrimógenas . Aprovechando el humo que rápidamente se filtra por los ambientes, sale rampando hacia el balcón con dirección a la parte posterior del segundo piso , lugar donde es reducido por cinco humanistas armados quienes lo despojaron de su arma . Al expandirse el humo, los humanistas empiezan a desesperarse por efectos del gas lacrimógenos , uno de ellos se lanza del segundo piso y empiezan a salir de los ambientes al exterior .El oficial sigue rampando y se arroja del balcón del segundo piso hacia el capot del vehículo policial ABIR que se hallaba estacionado en el frontis de servicios higiénicos de la Comisaría. Al ver los asaltantes que el oficial había burlado y corría ganando la calle por la puerta posterior, empiezan a dispararle con la intención de victimarlo. Logra escabullirse por el portón de la loza deportiva hacia la calle , sintiendo un dolor quemante en el pecho , dándose cuenta que sangraba , se dirige al Hospital de Andahuaylas por sus propios medios y estando en el nosocomio se percata de la presencia de dos heridos, uno con fractura de pierna y el otro, herido de bala . Ante la pérdida de sangre, el oficial se desvanece y es llevado al hospital donde es atendido por presentar una herida perforante de arma de fuego en la parte izquierda del tórax con orificio de entrada y salida, así como una laceración en la parte posterior de la axila izquierda y hematoma en la parte posterior del hombro derecho y excoriaciones en ambas manos. Al escuchar por comentarios de los doctores y enfermeros que cerca de ochenta uniformados con armas de fuego se dirigían con dirección del hospital, decidió retirarse y en la Avenida Ejército se encuentra con los suboficiales, Rosas Ramírez y Caller Solórzano , con quienes abordó un taxi dirigiéndose hacia la Comisaría de San Jerónimo , lugar donde se habían replegado la mayoría de los policías que trabajaban en la comisaría de Andahuaylas . Además de haber sido herido, el oficial había perdido sus prendas policiales, ropa civil, dinero en efectivo aproximadamente 900 nuevos soles, su certificado de arma afectada por el Estado marca Pietro Beretta. Otro que aprovechó la confusión que causó el gas lacrimógeno en los asaltantes, fue el suboficial de primera, Aníbal Gómez Ligarda, quien logra soltarse de suscaptores y sube por una antena de radio del local policial al techo y se esconde encima del umbral del local policial , permaneciendo en dicho sitio por espacio de dos días y medio, hasta que , aprovechando el ingreso de los familiares de los rehenes y la prensa nacional e internacional , sale de su escondite y logra escabullirse protegido por la prensa . Como presentaba un cuadro severo de deshidratación y golpes en diferentes partes del cuerpo, fue llevado de inmediato al hospital . A las 9 am., los policías de la Comisaría de San Jerónimo logran disuadir con disparos al aire dos camiones cargados con reservistas que se dirigían hacia la dependencia policial , logrando capturar a ocho de ellos . El heroísmo sale a relucir en los momentos inesperados . Un ejemplo de ello es la actitud del Suboficial Máximo Mauricio Diestra, radio operador de la Comisaría de Andahuaylas . En momentos de la incursión etnocacerista se encontraba , aún vestido, viendo televisión en el interior de la Central de Comunicaciones de la Jefatura Sectorial Andahuaylas , ubicada en el segundo piso . Al darse cuenta que los asaltantes se habían apropiado de las radio Motorota HT-1000 portátiles cuyas baterías estaban recargándose, prende la motorola base que estaba protegida en el lugar donde él sólo conocía y empieza a lanzar llamadas de auxilio a todo aquel que lo escuche, entre los que estaban las unidades móviles esparcidas por la zona brindando seguridad a los asistentes en la fiesta costumbrista por año nuevo . La mayoría de los patrulleros se encontraban por inmediaciones de la Plaza de Armas , pero el llamado de auxilio también fue escuchado por el patrullero de la Comisaría de San Jerónimo y de Talavera , esta última, ubicada a cinco kilómetros de la Comisaría Sectorial de Andahuaylas (denominada "sectorial" porque abarcaba otras subunidades como la Comisaría de Talavera). Escuchado el llamado de auxilio, los patrulleros y el personal policial empiezan a desplazarse hacia el local de la Comisaría de Andahuaylas. Entre los que escucharon el llamado de auxilio estaban los Suboficiales PNP Simón Tristán Villafuerte(operador ) y Edgar Yacavilca Senteno Habían estado cubriendo servicio de inamovilidad desde ocho de la noche del 31 de diciembre 2004 hasta las dos de la madrugadas del 1 de enero 2005 en el patrullero PO- 1536 . Una vez que terminó el servicio, dejaron el patrullero a las dos y cuarenta de la noche en la Comisaría y retornan a la Plaza de Armas con la intención de mezclarse en el gentío y participar en la fiesta costumbrista. Apenas escuchan el auxilio , Tristán opta por dirigirse al local y cuando estaba a la altura de la intersección de la Avenida Perú , es intervenido por ocho uniformados quienes lo encañonan y lo obligan a descender del moto taxi , es desarmado , golpeado en la cabeza y diferentes partes del cuerpo, luego , arrastrado a la prevención donde lo desvisten, quitándole sus prendas policiales . . Otro policía que escucha el llamado de auxilio es el Suboficial de Tercera Francisco BERROCAL CARTOLINA quien estaba en el patrullero KO-1535 y retransmite la novedad al personal policial que estaban en los patrulleros PO-1538 y P0-1537 . Acompañando a Berrocal en el interior del patrullero KO-1535 se encontraban los Suboficiales Ángel Galindo Roman( operador) , José Luís Pilco Carpio (conductor)y Javier Damiano Rojas ; los cuatros deciden dirigirse al local policial para brindar apoyo. Cuando llegan , observan que el centinela sangraba de la nariz , ingresan ydetectan que el armamento de la armería que estaba en la Prevención , había desaparecido . En esos momentos no estaban los etnocaceristas porque después de coger el armamento, se dirigen al Cuartel Los Chancas , ubicado a dos kilómetros . Pero cuando estaban dentro de la Comisaría, ingresa corriendo el Suboficial José Pilco Pilco, quien había estado en el exterior del local cuidando el patrullero y nervioso les dice que se acercaban un centenar de etnocaceristas , todos fuertemente armados, con dirección a la Comisaría . Ángel Galindo , al ver que era difícil repelar el ataque debido a la superioridad numérica de los asaltantes, coge el patrullero KO-1535 y se dirige hacia la Plaza de Armas para pedir apoyo . En dicho lugar se encuentra con los Suboficiales Javier Damiano Rojas y Edgar Yacavilca Centeno , con quienes de inmediato se dirigen al Batallón de Ingeniería del Cuartel Los Chancas para alertar y pedir apoyo . Cuando se estaban dirigiendo hacia dicho lugar, se encuentran con el personal policial que estaban en el patrullero PO-1537 conducido por el Suboficial de Tercera, Hermógenes Duran Castillo Mondalico y como operador , el Suboficial de Tercera , Percy Abarca Carrión , quienes también acudían al llamado de auxilio procedentes de la Comisaría de Talavera . Se ponen de acuerdo y ambospatrulleros se constituyen al Cuartel del Ejército Peruano donde son recibidos por el Capitán de servicio y éste dispone que 12 soldados los acompañen hacia el local policial asaltado. Cuando estaban los dos patrulleros a la altura del puente de Lázaro Carrillo , las unidades se estacionan y descienden de su interior el personal del EP por orden del oficial de guardia, según él, para peinar la zona con dirección al puente Huancabamba . Ante esta situación , los policías , al ver que ya no contaban con el apoyo de los soldados ni el armamento de largo alcance que tenían (FAL), deciden dirigirse a la Comisaría de Talavera para alertar al personal PNP a fin de que adopten las medidas de seguridad . Al llegar a la altura del puente Accoscca, cerca al local de PRONAA, una llanta del patrullero KO-1535 se desinfla , dificultando que el patrullero llegue a su destino . Ante este imprevisto, el suboficial de tercera de tercera , Yacavilca Senteno , acompañado del suboficial de segunda, Damiano , se dirigen al domicilio del suboficial técnico de primera, Condori Pineda para que les facilite el teléfono y poder comunicarse con el comisario sectorial y con la región de Apurímac sobre los hechos acontecidos . En la región , la novedad es recibida por el suboficial Díaz del Olmo quien le retransmite la ocurrencia al capitán Siles, quien se encontraba de permanencia. Después de comunicar por teléfono la novedad, abordan un taxi y se dirigen a la Comisaría de Talavera en donde les afectan armamento de large alcance (AKM) para luego con tres efectivos policiales y a bordo del vehículo policial KO- 1537,dirigirse a la Comisaría San Jerónimo. Cuando se encontraba a una cuadra del local asaltado, a la altura de la intersección de la Avenida Martinelly con el Jirón Ramón Castilla , son atacados por diez uniformados con armamento de largo alcance quienes los reciben conráfagas , hiriendo al S03 PNP Percy Abarca y al SOT2 Damiano Rojas; el primero en el hombro ; el segundo, en la pierna izquierda . Antes de rendirse, ambos se enfrentan a los atacantes por espacio de cinco minutos, pero tienen que replegarse porque se les acaba la munición. Estos dos valerosos policías, logran responder el ataque , pero por la potencia de fuego y el número de atacantes , son reducidos y tomados como rehenes. Luego , les quitan las casacas, sus borceguís y heridos , son obligados a recostarse de cubito dorsal en el piso. Luego los llevan en medio de la calle y son echados en el piso mojado por las lluvias, conjuntamente con el suboficial de tercera, Hermógenes Castillo Montalico y les colocan alrededor varias cajas de cerveza vacías , con botellas de diferentes licores y un letrero de cartón con la inscripción " los tombos están borrachos" . Algunos pobladores curioseaban por los alrededores , siguiendo los acontecimientos . Una vez terminado el show con las cajas de cerveza, los vuelven a conducir hacia el interior de la comisaría a empujones, con golpes y patadas. Los suboficiales , Gregorio Rodríguez Chacaltana y Gregorio Cruz Gutiérrez, que estaban de servicio en el patrullero de placa PO-1533, por inmediaciones de laPlaza de Armas de Andahuaylas , al recibir el llamado de auxilio, inmediatamente se constituyen a la comisaría , pero fueron interceptados por varios sujetos vestidos con uniforme camuflados , quienes les disparan con fusiles de largo alcance (AKM,G3) y los obligaron a bajarse de la móvil cuando un proyectil impactó en la llanta y la destroza; entonces, se acerca el etnocacerista , de contextura gruesa, tez blanca, cabello lacio negros, con el grado de capitán en la gorra y con una pistola Pietro Beretta ; oficial que estuvo involucrado en un caso de narcotráfico con Demetrio Chávez Peñaherrera "Vaticano" . Era el que mandaba al pequeño grupo de etnocacerista que interceptaron al vehículo policial PO-1533. Luego, los tripulantes del patrullero son obligados a salir del automóvil , los despojan de sus armas y con las cachas de sus pistolas , los etnocaceristas les rompen la cabeza . La móvil es cogida y los policías , introducidos a la comisaría , colocados en el ambiente de la guardia de prevención en donde también estaban como rehenes los suboficiales, Aníbal Gómez Ligarda y José Bernal Cartolín ; quienes a duras penas trataban de contener la sangre que fluía de sus cabezas por las golpizas que habían recibido. Los suboficiales , Ángel Galindo Román y Pilco , del patrullero PO-1535 , al escuchar el llamado de auxilio , avisan a sus colegas quienes se encontraban cerca, a los suboficiales s Rolando Espinoza Villalobos y Damiano Rojas. Estos dos últimos suben a la móvil y se acercan a la comisaría , observando a poca distancia que el centinela, José Berrocal Cartolin , se encontraba sangrando y pedía auxilio , gritando que los "humalistas" habían asaltado la comisaría y se habían llevado todo el armamento . El patrullero PO-15 35 con tres policías inician la persecución , mientras que Espinoza se queda en la Comisaría. En esos instantes ,los etnocaceristas que volvían al local , llevaban como rehén alcapitán PNP Enrique Guzmán APAZA MACHACA , a quién le habían despojado de sus prendas . Desde junio 2004, este oficial prestaba servicios en la comisaría de Talavera y el 31 de diciembre, había ido a Andahuaylas para cubrir servicio de permanencia y ronda . El día del asalto , estaba cubriendo servicio de permanencia hasta las dos de la madrugada del 1 de enero , verificó el relevo del personal de suboficiales por inmediaciones de la Plaza de Armas de Andahuaylas y permaneció a bordo de la unidad móvil KO-1533 ; posteriormente , a las 3:15 de la madrugada, desciende del patrullero y empieza a rondar por inmediaciones de la Plaza de Armas. A las 3:45 am.,  cuando se encontraba caminando por la altura del cruce de la avenida Andahuaylas y Calle Ramón Castilla, un peatón se le acerca y le dice que vaya a la comisaría porque estaba siendo asaltada. Sube a una mototaxi y se baja por las inmediaciones de la comisaría, observando que dos patrulleros , sin tripulación , bloqueaban el acceso al local y habían cuatro uniformados, con boinas de color negro , uniformes camuflados, botas, portaban fusiles automáticos ligeros (FAL) , mientras que otros etnocaceristas habían armado una especie de barrera para impedir el paso . Al verlos , pensó que eran efectivos del ejército peruano, que estaban repeliendo el asalto, se estacionó al costado de dichos sujetos y les preguntó dónde están los efectivos policiales, en esos momentos . Estos falsos soldados, con insultos, le obligan a bajarse de la mototaxi, jalándolo de los cabellos . Antes de bajar, el oficial desliza su pistola y la deja caer en el asiento de la mototaxi, cuando siente el culatazo de un fusil a la altura de su cuello que casi lo hace perder el conocimiento. El capitán , en esos momentos, antes de ser tomado como rehén, pudo ver queAntauro Humala conversaba con el teniente coronel EP , Jefe del Cuartel de los Chancas ; incluso, es el mismo comandante del ejército que lo identifica ante Antauro como capitán . Luego es despojado de su uniforme y le entregan ropa civil y lo conducen a un ambiente donde estaba el mayor PNP Angel Canga Guzmán, el capitán Jorge Martínez Ramos, el teniente PNP Larry Fernández Purizaca , entre otros. A las 11:45 de la mañana del 1 de enero , dos etnocaceristas conducen a la Comisaría al SOT3 Manuel CCORRIMANYA MAMANI, secretario de la oficina de operaciones, quien había sido interceptado cuando se desplazaba por las intersecciones de la Avenida Martinelly con la Avenida Perú con dirección a la Comisaría con la finalidad de formular documentos internos en vista de que desconocía hasta ese momento sobre lo sucedido . Fue despojado de su carné de identidad, DNI, tarjeta multired, licencia de conducir , una billetera de cuero que contenía dinero en efectivo de S/750.00 nuevos soles , parte de sus haberes de diciembre , después fue conducido al lugar donde estaban los otros rehenes en la Sección Poltran-Sirove . Pidió salir porque su madre estaba mal de salud en la ciudad del Cusco, se consultó con Antauro y le permitió que lo dejasen irse , pero no le devuelven el dinero. El mayor comisario en todo momento intentó hablar con el líder de los etenocaristas, Antauro Humala quien respondía que " no hablaba con perros sirvientes del gobierno corrupto" . A las 6:30 de la madrugada, el comisario fue testigo cuando Antauro Humala conversaba con un periodista de Radio Programas de apellido Truyenque. Ante esta situación, volvió a insistir para hablar con él, quien se presentó a los quince minutos y le propone que si quería salir libre tenía que firmarle una carta de sujeción , apoyando la revolución que empezaba en esos momentos pidiendo la renuncia del presidente Toledo . El mayor se niega a esta propuesta . El comisario también fue testigo cuando un sujeto de tez blanca, con "colita" en el cabello, se acerca y le propina una patada al teniente PNP Larry Fernández Purisaca , luego desaparece. Miraba impotente como entraban y salían uniformados o civiles que después de quitarles las prendas policiales a los rehenes , se vestían con ellas y se metían a los ambientes, a las oficinas, destruían documentos, se apropiaban de objetos, sillas, etc. A él le revisaron sus bolsillos, le quitaron sus billetera que contenía 300 soles y le arrancaron su cadena de oro , un celular TIM de propiedad de la DIGIMIN, sus zapatos . A los suboficiales, les quitaban zapatos, borceguíes, capotines. LAS GRUPOS DE TAREAS Desde el primer día de la toma de la comisaría, Antauro Humala y su lugarteniente, el Capitán "Paiche", organizaron a los etnocaceristas en varios grupos de tareas ; cada uno estaba conformado por cuatro o cinco reservistas . Como reservistas o militares que habían sido, nada dejaban al azar y se organizaron hasta en los mínimos detalles, tal es así que cubrían tareas de seguridad , tanto interna como externa del local, preparado de la alimentación ycuidado de los rehenes. Los grupos de tareas cubrían turnos con relevos establecidos y eran supervisados por un etnocacerista. Establecieron servicios perimétricos al exterior del local, en los techos de la comisaría e inmuebles colindantes, entre los que estaba el Hotel Imperio Chanca. En el techo se colocaron francotiradores con armas de largo alcance y escogieron a los que integraban el grupo llamado " los puneños"( habían llegado de Puno y Tacna), a quienes Antauro Humala les tenía ley , eran considerados los más audaces, temerarios, capaces de enfrentarse con los policías a tiros. Todos ellos fueron ubicados estratégicamente en los techos de la Comisaría o del Hotel Imperio Chanca, el mismo que fue tomado por completo por los reservistas . Un grupo se encargó de la custodia de los rehenes, otro de la seguridad de la puerta principal, un tercero, se ubicó en el garaje de la parte posterior de la Comisaría , otro en el campo deportivo que estaba cercado con material noble y con mallas para que no se pierda la pelota . En el exterior, se ubicó un grupo que utilizaban los dos patrulleros como parapeto. Otro grupo estaba en la parte posterior del segundo piso donde funcionaba la oficina de pagaduría . En el techo que es de calamina se ubicaron dos grupos en ambas esquinas y otro grupo en la parte central del techo de la Comisaría; todos los grupos estaban fuertemente armados con fusiles y pistolas de los mismos policías . En el segundo piso , donde estaba la oficina de inteligencia y de operaciones, había un grupo de reservistas de tres personas . Para preparar los alimentos, los reservistas utilizaron la cocina de la concesionaria. En cuanto a los rehenes, la orden para los custodios era no dejarlos descansar, siempre estaban hostigándolos, tildándolos de "perros sirvientes del gobierno", los amenazaban de muerte en caso de producirse un enfrentamientos con bajas por parte de los reservistas, ingresaban al ambiente donde estaban recluidos en diferente horas, los revisaban, buscaban teléfonos celulares. El grupo a cargo de custodiar los rehenes estaba dirigido por el Capitán "Pachas" o " Paiche", segundo en el mando , el Capitán Ramos ( al parecer era su apellido) ,tercero en el mando, contextura robusta, tez trigueña, 1.68 , 35 años, cabellos lacios, tercer mando , quien manifestaba que era hijo de un policía retirado que vivía en Abancay, portaba una pistola , un fusil AKM y una granada de guerra , tipo piña, se encargaba de distribuir el personal para el servicio de seguridad del local , el sujeto conocido como Tiwinsa ( contextura delgada , 1.70, alto , tez blanca, 30 años , portaba armamento de largo alcance, quien se encargaba de revisarlos continuamente , a manera de requisa, portaba una pistola Pietro Beretta y un fusil AKM), una mujer de contextura baja, tez blanca, achinada, cabellos largos, 30 años, tenía ascendencia con los reservistas custodios, otra de tipo puneña o cuzqueña, achinada, trigueña, baja estatura, cabellos lacios largos, 33 años, portaba una pistola Pietro Beretta , vestida con uniforme dril del EP . El sujeto conocido como Quiscudo ( contextura delgada, talla mediana, puneño o cusqueño, cabellos cortos, con chaleco antibalas) y otro llamado "Gato"( contextura gruesa, tez trigueña, tamaño mediano, 1.68, uniformado con ropa de uso militar, camuflado con su respectivo correaje y pistola., eran parte también de este grupo de custodia de rehenes. Durante las frías noches , se escuchaban confusos tiroteos que los rehenes trataban de adivinar si eran de sus compañeros o de los reservistas. En la primera noche del primero para el dos de enero, los rehenes escuchaban las órdenes de Antauro, disponiendo que los fusiles FAL debían ubicarse en el techo . El Capitán Martínez, segundo en la Comisaría de Andahuaylas , jefe de administración y de la sección de radio patrulla , observó que un reservista que tenía un FAL de fabricación belga, con culata rígida y encastrado en la punta del fusil una granada API, de uso exclusivo de la PNP, tenía la costumbre de apuntar hacia el piso , de manera negligente , puesto que si la granada se caía podría causar una explosión con lamentables consecuencias. Este oficial, el 1 de enero, a las 4 de la madrugada, cuando se retiraba a su domicilio , después de haber controlado los servicios policiales , recibió una llamada telefónica a su celular del comisario , mayor Canga, indicándole que el local había sido objeto de un asalto ,. No dudó en presentarse al local , vestido de civil , y estando a 15 metros de la puerta lateral de ingreso de vehículos de la comisaría , varios uniformados le hicieron el alto , lo rodearon y le quitaron su arma de reglamento (pistola Pietro beretta ) . Él , como muchos policías, cayeron en la trampa de pensar que esos uniformados eran militares del EP. Cuando era conducido al frontis de la comisaría , se le acerca un supuesto oficial que se identificó como Capitán del EP, quien portaba una cinta en la frente con la palabra "Ollanta". Uno de los asaltantes se presentó con una sarta de grilletes donde estaban como rehenes los oficiales y preguntó quién era el Capitán Martínez. El oficial responde y le coloca las esposas y luego lo sujeta a una banca de madera, donde permaneció por espacio de 45 minutos. Pero ante el reclamo del comisario por el abuso que le hacía a un oficial, optaron por retirarle los grilletes . En esos momentos se presenta el mayor EP Antauro Humala , vestido con uniforme del EP, tratando de justificar antes los oficiales rehenes que lo que había hecho es una acción como respuesta política al gobierno por su incapacidad y empezó a gritar una retahíla de arengas, demandando que el presidente Toledo , presente su renuncia para instaurar un nuevo orden de acuerdo al pensamiento y la filosofía del movimiento etnocacerista . Al no conseguir que los oficiales firmaran la carta de sujeción al movimiento etnocacerista, prosiguió con los maltratos sicológicos, insultos y vejámenes. Entre la 7 a las 8 am., ingresan varios periodistas a los ambientes de la comisaría. Uno de ellos con una cámara filmadora y procede a grabar a los rehenes , captando las imágenes y palabras de Humala cuando decía a los oficiales que los iba a dejar en libertad . Al mediodía , los policías –rehenes son cambiados de ambiente , fueron llevados a la Oficina de Apoyo Técnico porque la puerta era de metal , la aseguraron con candado y permanecieron en dicho lugar el resto del día y la noche . El comisario, en la tarde, pudo observar que varios de los humanistas portaban fusiles tipo FAL y en la boca del tubo o cañón el explosivo API asimismo, escuchó que Antauro Humala hablaba por su teléfono celular con la señora Elsa Malpartida , a quien le indicaba que habían tomado la comisaría y que esperaba su apoyo levantando a los campesinos cocaleros. Escuchó , también , que hablaba con un tal Evo Morales a quien le pedía que se levante y apoye con sus hermanos . A las seis de la tarde, un etnocacerista le trae alimentos, ropa , frazadas, tres colchones y en la noche apagaban las luces . Era el momento en que los convertían en blancos de amenazas, maltratos sicológicos , disparaban al aire, rastrillaban sus armas, les decían que por uno de ellos muerto, iban a morir tres " perros sarnosos" de la policía. A las doce de la noche, entran tres etnocaceristas y empiezan a buscar celularesen el ambiente donde estaban los oficiales – rehenes , gritando que si encontraban un celular, iba a pagarlo caro . 2 DE ENERO
El domingo dos de enero , segundo día de la toma de la comisaría, empiezan a llegar de Lima y Huancayo, personal de fuerzas especiales , principalmente unidades especializados del SUAT, DIROES, Escuadrón Verde. Apenas rayó el alba, a las cinco de la madrugada, en la iglesia ubicada al costado de la Plaza de Armas, capitán Cahuana pasaba revista a su patrulla conformada por 12 efectivos ( 2 de Edex, 2 del Suat y 8 del Escuadrón Verde ).. Habían llegado a dicha ciudad a las diez de la noche y después de pernoctar en unos ambientes del penal , estaban listos para entrar en acción . En esos momentos, el Capitán Cahuana alertaba a su patrulla que la misión era impedir que los ciudadanos civiles ingresen al punto de conflicto, para lo cual se iban a desplazar hacia la parte de las faldas del cerro Huayhuaca donde se encuentra el puente Colonial Anccoyllo que está sobre el río Chumbao. Así lo hicieron. Se desplazaron en dos columnas de 14 efectivos cada una y cuando se encontraban a 20 metros a la rivera del puente por las faldas del cerro, aún no habían cruzado el puente, en esos momentos fueron emboscados por los etnocaceristas , quienes tenían armas de largo alcance , se tiraron al suelo para protegerse , el suboficial de tercera Martín Ericsson Alvarado Rojas fue herido en la frente por una esquirla y brazo izquierdo y cuando estaba caído, se percata que a sus costados estaban heridos dos de su compañeros, uno del Escuadrón Verde . Así herido, dispara, repeliendo el ataque que venía del cerro. Pudo ver que el oficial que estaba a su lado izquierdo era el Teniente Carlos Chávez y el Capitán Cahuana , estaba herido a su lado derecho, tendido en el suelo como resultado de un disparo mortal , moviéndose levemente , tratando de seguir disparando pero su mano derecha no le obedecía. Mientras esto sucedía en el puente Colonial Anccoyllo sobre el río Chumbao, la noticia se había regado en la Comisaría que habían dado muerte a cuatro policías y les habían despojado de sus armas . Los etnocaceristas estaban alborotados y Antauro al saber la noticia, empezó a dar vivas y dio una entrevista mencionando que se había matado a cuatro efectivos policiales y les habían quitado sus armas . El comisario se acerca a la ventana que daba al patio de la comisaría y pudo observar que Antauro se dirigía a su gente dando vivas a la revolución, indicando que así iban a morir todos los perros sirvientes del gobierno y del coquero que se les enfrente. Ese día, el comisario le increpa a Antauro , por qué no los había soltado como prometió . El interpelado le responde que no lo iba a hacer y que a partir de esos momentos,eran sus rehenes hasta la solución o morían , todos. El comisario pide que un médico vea a los policía heridos y uno que tenía el grado de capitán , le trae un médico odontólogo, quien los revisa a todos y les proporciona algunos medicamentos . El médico era un poblador que brindó sus servicios. Los policías rehenes habían observado que una mujer apellidada Sáenz, profesora, vendedora de celulares de telefónica al costado de la Comisaría , apoyó en la toma del local , luego se encargó de preparar alimentos , incluso, se vistió con uniforme de policía, verde olivo.
3 ENERO
El 3 de enero , los rehenes son trasladados al ambiente donde funcionaba la Cafetería en donde permanecen hasta el mediodía del 4 de enero , día en son liberados . A las 7 pm., se hicieron presentes , Antauro Humala con el congresista Michel Martínez y el padre Paliza, al ambiente donde estaban los rehenes ( comedor) para indicarles que serían liberados siete rehenes ; el resto de policías , al día siguiente , a las 8 am. . El Padre Paliza dijo que entre los primeros en ser liberados sería el mayor Canga , pero este oficial se niega a salir , si antes no eran liberados sus subalternos . Y, después de esta respuesta, aprovecha para pedirle al mayor Antauro Humala que se dirija a la prensa y desmienta que estaba su personal ebrios y explique el porqué había tomada la comisaría y no el Cuartel Los Chancas. Le dijo que su personal no estaba en estado etílico , cuando asaltaron la Comisaría y que , incluso, estaban prestos a pasar examen etílico . Humala le respondió que era por el gobierno corrupto, por los generales de mierda que habían ascendido injustamente; que no lo merecen. En cuanto a pregunta del porqué la comisaría y no el cuartel del Ejército, Humala le responde : ´" cómo iba a cagar a su promoción ". Humala se comprometió a desmentir ante la prensa de que los policías , el día de la toma del local, no estaban ebrios . El comisario, dirigiéndose a Antauro le dice que seguro, la acción obedece a que su hermano había sido invitado al retiro; que por eso lo hacía . Humala se encolerizó y le responde que es por ustedes, carajo, porque ganan 700 , 850 soles y que cuando partido nacionalista gane , ellos recibirán 4,500 soles . Luego se retira . No pasa ni una hora cuando ingresa un periodista de apellido Urquizo, unabogado de la localidad que trabaja para el diario local Opinión . Portaba unacámara filmadora y estaba acompañado del corresponsal de Radio Programa , Eliseo Truyenque . En la noche de ese día, algunos civiles ingresan con mochilas y se llevaban lo que podían cargar . Ese día, Antauro Humala concede una entrevista al Canal N .El periodista le comenta que había pasado cuarenta horas de la toma de la Comisaría y le pide algunas reflexiones . Antauro responde que el pueblo peruano es macho , revolucionario , nacionalista , que la captura de la comisaría se hizo sin balas , fue una operación quirúrgica yel 25 de diciembre en el periódico Ollanta se había anunciado lo que iban hacer , incluso, aparecía el título : " ¡ A las armas ciudadanos ¡". El periodista le pregunta si se iban a entregar. Antauro responde : siempre y cuando cumplan con algunas exigencias mínimas , que se respete la integridad física , con un veedor, delante del pueblo de Andahuaylas y la prensa, que sea de día y no se melle la dignidad de los etnocaceristas. Esa misma noche, Antauro Humala acepta negociar con una comisión en el Concejo Municipal , integrada por el Director General de la PNP, Félix Murazzo, un representante de la Defensoría del Pueblo, de la Fiscalía y de la Iglesia . La negociación duró hasta las diez y media de la noche, pero se rompe el diálogo y Antauro Humala es tomado preso . LA ENTREGA DE LAS ARMAS (4 ENERO)
Al día siguiente de la captura del líder, se desata la violencia; algunos periodistas son agredidos porque , según los etnocaceristas, manipulaban la noticia en contra del movimiento. Se atrincheran en la comisaría y piden que una comisión negociadora vaya a verlos para conversar . Cinco francotiradores del EP son capturados y golpeados . Se les presenta como delincuentes. A las siete de la mañana del 4 de enero, el Capitán "Pachas" o "Paiche" ( sujeto alto, contextura normal, tez blanca, achinado, portaba fusil de largo alcance,segundo en el mando) cuando se entera de que había sido detenido Antauro Humala , se acerca al comisario y le dice que quería deponer las armas en presencia del Director General de la Policía y de la Cruz Roja Internacional . Desde el interior del local del Hotel Imperio Chanca, el comisario logra contactarse con el Director de la Policía Nacional, general Murazo , pactándose la entrega de las armas que habían sustraído de la comisaría y que tenían en su poder. Al mediodía se procede a la entrega de las armas y los policías- rehenes son liberados . Todo había terminado . El líder estaba capturado, los reservistas entregaron las armas que se habían apropiado de la policía , el local de la Comisaría estaba destruido, dos patrulleros habían sido colocados de trincheras, las computadoras siniestradas , rompieron las pantallas de las computadoras, se sacaron las tarjetas , no quedó entero mueblo alguno, se robaron varias laptop personales , las puertas y lunas estaban rotas , cuatro vehículos siniestrados , les habían sustraído las sirenas, altavoces, le echaron arena al motor . Las primeras reacciones del Gobierno fue declarar estado de emergencia en Andahuaylas y el padre de los Humala repetía que su hijo era un profesional que sabía lo que había hecho . Los 17 rehenes fueron conducidos al Hospital y los etnocaristas lloraban a su muerto . La población que en todo momento apoyó esta asonada y se había identificado con el movimiento ( los etnocaceristas sabían que los altos índices de pobreza y abandono de este pueblo era más que suficiente para apoyar cualquier intentona de derrocar al gobierno ), al final , fueron dispersados con bombas lacrimógenas. Un día antes, Antauro Humala sabía que estaba perdido, que la situación estaba fuera de control, y empezó a despedirse , mencionando en una entrevista a la prensa que iban a entregar las armas con la frente en alto , con la dignidad el deber cumplido y con el sacrificio , forjarían una nueva generación y tarde o temprano el nacionalismo vencerá . Cuando termina la asonada etnocacerista, muchas preguntas quedaron flotando en el ambiente : - ¿Cómo ingresaron 150 etnocaceristas a un pequeño pueblo sin llamar la atención? - ¿ Si el gobierno sabía que Antauro Humala estaba planificando una asonada, porqué no se adoptó medidas para prevenir estos hechos? - ¿Dónde están los ojos y oídos del país (servicios de inteligencia)? - ¿Qué rol tuvo el jefe del Cuartel Los Chancas del EP en esta asonada? - ¿Qué era realmente lo que pretendía Antauro Humala: tomar el local de la comisaría o levantar el cuartel Los Chancas del EP? Artículos relacionados

Más de 20 policías sospechados de vínculos con el narcotráfico en Santa Fe 2012-11-21 18:42:11

Raúl Lamberto fue interpelado hoy por la Cámara de Diputados santafesina, ocasión en que reveló que existen 21 agentes policiales de la provincia "sospechados" de vínculos con el narcotráfico.

En el recinto, el titular de la Comisión de Seguridad, Héctor Acuña (PJ), le solicitó a Lamberto que especificara las causas relacionadas con el narcotráfico, a lo que respondió: "Existen investigaciones relacionadas con el personal policial" y al requerirle que diera nombres, señaló el ministro: "Cuando hay investigaciones hay que respetarlas, pero sin dar nombres, no obstante, puedo afirmar que existen 21 policías sospechados".

El funcionario santafesino se convirtió así en el segundo que participa de la convocatoria ese tipo desde 1983.

El primero fue el ministro de Gobierno, Alberto Didier, en 1991 durante la gestión del justicialista Víctor Reviglio, informaron fuentes de la legislatura.

Asamblea. El presidente de la cámara baja, Luis Rubeo, inició la maratónica sesión de siete horas a las 10.30, con un recinto colmado por militantes del justicialismo y del socialismo. Luego, el diputado del Frente para la Victoria (FpV) y autor del proyecto de interpelación, Pablo Di Bert, realizó un pormenorizado análisis de la crisis policial provocada como consecuencia de la detención del exjefe de policía Hugo Tognoli, quien se encuentra investigado por presuntos vínculos con el narcotráfico y excarcelado por falta de mérito por la justicia federal de Rosario.

Lamberto enumeró los pases a disponibilidad y cesantías de policías realizadas durante la gestión del ex ministro Leandro Corti y en el poco tiempo que lleva al frente del ministerio.

A las 12:30, el diputado kirchnerista Rubeo dispuso un cuarto intermedio y dio orden de desalojar las barras ocupadas por los militantes de los diferentes partidos que en un principio fueron renuentes a abandonar la sala.

Alrededor de las 14 de reinició la sesión y pasadas las 16 cuando ya se llevaban cinco horas de interpelación, el cuestionamiento al ministro se centró en las designaciones del exjefe de la fuerza de 18 mil hombres Hugo Tognoli y posterior nombramiento del comisario Cristian Sola, en su reemplazo.

Después, se continuó pidiendo precisiones sobre los casos de corrupción policial, mientras que Lamberto reiteraba la cantidad de personal pasado a disponibilidad, al defender las políticas sobre la lucha contra el narcotráfico y exhibió la nueva reestructuración policial que adelantó ayer junto al gobernador Antonio Bonfatti.

Por último, cuando eran las 18.30 y estaba punto de finalizar la interpelación el titular de la cartera de Seguridad explicó las líneas de trabajo a seguir en la reestructuración: la existencia de cajas negras y la falta de control político sobre la fuerza.



LA MATANZA DE SOCOS Y LA IMPUNIDAD EN PERU 2012-11-19 15:27:00

La impunidad en Perú atraviesa un largo recorrido. Desde 1980 hasta Ollanta Humala ahora en el 2012, los gobiernos han instaurado la impunidad como una condecoración a policías, militares y civiles criminales. Uno de estos brutales crímenes fue el ejecutado por la policia en Soccos, un pequeño pueblo andino considerado como base de apoyo de la guerrilla de Sendero Luminoso.

Esta matanza fue el 13 de noviembre de 1983. Han pasado 29 años y en Perú son pocos los que se acuerdan de esta acción de exterminio de pobladores. La vida en Socos se pasaba más o menos en calma y en la rutina de los pueblos que viven de los alimentos que le entrega la tierra. Este pueblo es un paraje ayacuchano a sólo 18 kilómetros de la ciudad de Huamanga. Esta calma fue rota un día cuando miembros de la ex Guardia Civil, la mayoría pertenecientes al grupo de élite policial de lucha contrasubversiva conocidos como los «Sinchis», irrumpieron en la casa de unos lugareños donde se venía desarrollando una fiesta de «pedida de mano» en matrimonio. Sin motivo aparente, salvo el evidente desprecio que profesaban estos policías contra la condición de pobres, campesinos, serranos e indios, le quitaron la vida a más de tres decenas de personas, de diverso género y edad con una crueldad sin límites.

Esta masacre ha quedado prácticamente en el olvido, pues no es funcional a los intereses de los poderosos medios de comunicación limeños recordar crímenes a título del Estado peruano perpetrados con vesania y macabro frenesí; más aún, si se trata de una potente metonimia de las inacabables «pulsiones de muerte» entre la Lima «señorial» y el Sur peruano «indio».

El presente artículo está basado casi íntegramente en datos extraídos del sub-capítulo 2.1. del Tomo VII del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) del Perú, debemos decir con toda honestidad que gran parte de este artículo vendría a ser casi una simple edición del referido sub-capítulo del Informe de la CVR, pues en este caso específico, consideramos que la CVR aplicó un trabajo investigativo y metodológico rigurosos, intentando brindar una descripción de los hechos fidedigna e imparcial; no obstante, discrepamos con las explicaciones conclusivas de la CVR, también presente en el subcapítulo de marras, pues no se ajustan a la propia descripción de los hechos que ofrecen previamente, y además, resultan evidentemente forzadas y direccionadas, pues no cuestionan la institucionalidad policial, como institución involucrada en este horrendo crimen, ni tampoco la lenidad del Poder Judicial, que aplica simbólicamente penas drásticas contra los autores, pero en la ejecución penal escamoteó su actividad punitiva.

El Yaycupacu en Socos

El campamento policial fue instalado en Socos por disposición del Comando Político Militar de la Zona de Emergencia de Ayacucho, menos de dos meses antes de que ocurriera la masacre. Casi simultáneamente a la llegada de los efectivos policiales —muchos de ellos provenientes de departamentos de la Costa peruana— se iniciaron una serie de abusos perpetrados por éstos contra la población —la mayoría quechua hablantes, campesinos, pobres, muchos de ellos iletrados y viviendo en condiciones de precariedad; los robos de la policía a los campesinos de sus bienes y animales domésticos, con mucha prontitud se convirtieron en algo cotidiano.

El 13 de noviembre de 1983, se celebraba una fiesta en la que Adilberto Quispe Janampa pedía en matrimonio a Maximiliana Zamora Quispe, tradicional acto del lugar conocido como «Yaycupacu» (pedida de mano).

Como se estilaba en Socos, los familiares del novio prepararon comida y bebidas de la zona, convocando a los amigos y parientes más cercanos a la fiesta. Cuando el novio y su comitiva se disponían a ir al encuentro de la novia, repentinamente dos efectivos policiales ingresaron de manera violenta a la vivienda, luego hicieron lo mismo el resto de policías; señalando con prepotencia que sólo había permiso para realizar la fiesta hasta las ocho de la noche, y ya eran las nueve.

Dado que muchos de los campesinos habían bebido licor; una de ellos, increpó a los policías por su conducta y les hizo recuerdo de los constates abusos que cometían; esta pequeña protesta crispó los ánimos de los policías quienes realizaron disparos al aire y a pedir los documentos de los asistentes.

La masacre de Socos

Luego, hicieron salir de la casa a todos los presentes y llevaron caminando a todas estas personas hasta la Quebrada del Balcón Huaycco, a media hora de Socos, pudiéndose escapar sólo un número muy reducido de personas.

Al llegar al Balcón Huaycco, los policías separaron a las mujeres jóvenes del grupo y las ultrajaron sexualmente, práctica generalizada de los miembros de la policía y las fuerzas armadas peruanas en las zonas declaradas de emergencia —con Estado de Sitio— durante las décadas de 1980 y 1990 (Véase el sub-capítulo 2.1. del Tomo VIII del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú).

A las dos y media de la madrugada, los policías juntaron a todos los campesinos detenidos y emprendieron contra ellos con ráfagas de sus fúsiles automáticos ligeros, convirtiendo la gélida noche andina de Socos en el escenario de una orgía sangrienta. Luego, los policías agruparon los cadáveres y detonaron granadas para que las voladuras del desfiladero ocasionen una gran remoción de tierras y piedras, y así, los cuerpos de las personas acribilladas quedaran sepultados por los escombros; sólo hubo una sobreviviente, la misma que no fue alcanzada por los disparos y pudo escapar de ser enterrada viva por la tierra y piedras removidas por la explosión.

Las víctimas fueron más de tres decenas de personas cuyas edades —de los adultos— oscilaban entre los 21 a los 62 años; además, dentro de las víctimas hubo nueve niños, tres de los cuales no tenían ni un año de nacidos, mientras los demás no pasaban de los siete años de edad; también se consideró como víctima a un feto de 8 meses y medio de gestación de otra víctima.

Dos días después de esta masacre, una vez que los hechos fueron denunciados, la policía ingresó tanto al domicilio de la profesora Victoria Cueto Janampa como al de Vicente Quispe Flores, denunciantes de los hechos, a Victoria los efectivos policiales le dispararon en la cabeza, en presencia de su madre y de su sobrino. A Vicente Quispe Flores lo secuestraron, para luego ejecutarlo y abandonar su cadáver en un puente de la región.

Asimismo, los policías asesinaron a Javier Gutiérrez Gamboa, un joven encargado de la limpieza de los policías y que los ayudaba en la cocina, pues estaba enterado de lo ocurrido; para disfrazar este otro crimen, los policías pretextaron que habían sufrido una emboscada terrorista en la que sólo este joven había fallecido.

Ante las investigaciones del Ministerio Público, la Policía —como institución cuestionada— intentó encubrir el crimen de sus efectivos, al señalar en la conclusión de un atestado policial que: «no se descarta que los autores del delito de terrorismo y del homicidio múltiple con arma de fuego, sean integrantes del grupo Sendero Luminoso»; igualmente, el Jefe Departamental de la ex Guardia Civil descartó totalmente que el personal del Destacamento de Socos haya ejecutado a los campesinos, señalando que no existían pruebas que demostraran fehacientemente lo contrario, llegando incluso a afirmar que no se llevó a cabo ninguna fiesta en el lugar.

Además, negaron que se haya llevado a cabo la fiesta de pedida de mano y, menos aún, que la hubieran autorizado; cambiaron las piezas de las armas utilizadas para alterar el resultado de la Pericia Balística; simularon hostigamientos senderistas; alteraron el cuaderno de denuncias para incluir presuntas incursiones subversivas al distrito y persiguieron a la única testigo presencial.

Pese, a todas estas argucias, no sólo de los perpetradores sino también de la institucionalidad policial, se abrió instrucción en febrero de 1984 y se dictó sentencia condenatoria el 15 de julio de 1986, la misma que fue declarada de no haber nulidad en todos sus extremos, mediante Ejecutoria Suprema del 30 de septiembre de 1987 de la Corte Suprema de la República.

La sentencia condenó a once de los encausados por el asesinato de los 32 habitantes de Socos y tentativa de homicidio, absolviendo a quince efectivos que no participaron en los hechos. Los condenados, entre los que había seis «sinchis» fueron:

• Teniente GC Luis Alberto Dávila Reátegui a la pena de internamiento no menor de 25 años. Salió por semilibertad el 5 de abril de 1991. • Sargento 2do GC Jorge Alberto Tejada Breñis a 20 años de penitenciaría. Salió por Semilibertad el 14 de marzo de 1990. • Sargento 2do GC Segundo Shapiama Apagueño a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 17 de junio de 1991. • Cabo GC Luis Alberto Machado Tanta a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 3 de julio de 1991. • Cabo GC Gustavo Alfredo Cárdenas Riega a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 7 de junio de 1991. • Cabo GC Víctor Ángel Alberto Barrios Barrios a 15 de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 28 de febrero de 1989. • Guardia GC Juan Carlos Aguilar Martínez a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 11 de enero de 1989. • Guardia GC Pedro Ciro Agurto Moncada a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 26 de julio de 1989. • Guardia GC Félix Armando Javier Suárez a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 31 de agosto de 1989. • Guardia GC César Yamer Escobedo Arce a 10 años de Penitenciaría. Salió por cumplimiento de pena. • Guardia GC Genaro Gilberto Pauya Rojas a 10 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 1 de diciembre de 1988.

Además, por concepto de reparación civil se impuso el pago de I/. 120,000 (ciento veinte mil intis, moneda hoy inexistente en el Perú) que los sentenciados debían abonar en forma solidaria a favor de los herederos legales de los agraviados. Sólo César Yamer Escobedo cumplió con depositar once mil intis y cumplió la condena de manera íntegra.

De otro lado, la misma Ejecutoria Suprema impuso a los responsables de la masacre de Socos las penas accesorias de inhabilitación absoluta durante el tiempo de duración de la privación de libertad y hasta cinco años posteriores a ella, así como interdicción civil durante la condena. La pena de inhabilitación absoluta impedía que los efectivos regresaran al servicio activo de su institución hasta cinco años después de haber obtenido su libertad definitiva; aunque, entre los años 1990 y 1992, es decir, aún antes de obtener su libertad definitiva, cinco de ellos habrían sido repuestos en sus cargos de manera irregular.

La CVR y la masacre de Socos

Además de reunir toda esta información, la CVR ubicó e identificó a 22 niños y adolescentes huérfanos a consecuencia de la masacre de Socos, con las edades que tenían al momento de su ocurrencia, entre 8 meses a 18 años de edad, quienes vieron truncados sus proyectos de vida y fueron sometidos a difíciles condiciones de supervivencia, además de arrastrar el trauma posguerra de por vida, y muy probablemente, con repercusiones transgeneracionales.

Uno de los puntos de este sub-capítulo del Informe con el que discrepamos es cuando la CVR señala:

La CVR considera que la sentencia emitida el 15 de julio de 1986, y su respectiva Ejecutoria Suprema del 30 de septiembre de 1987, en las que se sanciona a los efectivos policiales que asesinaron a los humildes pobladores de la Comunidad de Socos, fortalece al Estado de Derecho, pues no ha quedado impune la grave violación a los Derechos Humanos cometida por las Fuerzas del Orden. Es destacable, además, que el juzgamiento se haya producido fuero civil, pese a que algunos procesados plantearon la declinatoria de jurisdicción civil a favor del fuero militar, lo que no prosperó.

Si logra hacerse el cómputo desde septiembre de 1987 para cada uno de los casos de los condenados, cuyas salidas en libertad se produjeron entre diciembre de 1988 hasta junio de 1991, podríamos identificar que la prisión efectiva cumplida fue de un año a tres años y medio —dejamos al margen el caso de César Escobedo que cumplió pena completa y pago su cuota de reparación civil, quizás por razones éticas personales, pues quiso expiar culpas con la reclusión prolongada, o por que no contó con un «buen» abogado, quizás por que no contaba con la simpatía de la institución policial a la que pertenecía o simplemente por que se trataba del mítico e infaltable chivo expiatorio que suelen haber en estos casos; entre las posibles razones que podemos especular.

Sin duda, pueda que desde febrero de 1984 —tiempo en el que se abrió la instrucción— hasta septiembre de 1987 cuando se dictó la Ejecutoriada, haya habido muchos procesados con detención preventiva; no obstante, ese detalle no lo ofrece la CVR, y cabe la posibilidad que ese periodo hayan gozado algunos de libertad provisional, de todas formas, hay dos años y medio de diferencia; que haría que la prisión efectiva sufrida por los perpetradores de este crimen haya oscilado como máximo —dependiendo de la situación individual— entre tres años y medio a seis años. Tiempo que a todas luces manifiesta una inédita lenidad en la ejecución de la pena por el Poder Judicial, pues en el Perú, cualquier procesado por delito de homicidio simple —ni que decir los de homicidio calificado, como este caso— no bajará de cinco años de prisión efectiva, incluso aplicándose beneficios penitenciarios.

Entonces, a partir de los mismos datos que proporciona la CVR, sin alterarlos en absoluto ni poniendo en cuestión ninguno de ellos, podemos arribar a otra conclusión: que hay evidentes indicios de lenidad y tibieza con la sanción a los policías sentenciados por sus crímenes, y ésta es una forma sofisticada de impunidad.

Además, también pueden apreciarse en este caso otros hechos abiertamente impunes, tales como que no se sancionaron otros delitos cuya concurrencia real fue evidente, tales como los delitos de violación sexual, de secuestro y de abuso de autoridad que también están en la esfera de protección los derechos humanos; y algún otro delito, menor para este caso, contra la fe pública.

Asimismo, también han quedado impunes los actos de encubrimiento y la obstaculización de la acción de la justicia de la Jefatura Departamental de la ex Guardia Civil en Ayacucho, que ni siquiera fueron investigados por el Ministerio Público y el Poder Judicial.

En tanto la preocupación, de la CVR se enfocó en que no se haya podido hacer efectivo el pago de la reparación civil a favor de las víctimas, así como el hecho de que cinco de los sentenciados hayan sido reincorporados a la Policía, pese a encontrarse inhabilitados. En cuanto al primer punto, el monto total de la reparación civil era tan ínfimo al momento que salió el último sentenciado de prisión, pues luego de la inflación económica de la década de 1980, la suma total de la reparación civil equivalía al costo de dos bolos de pan en el Perú. Por lo que, siendo una cantidad tan ínfima económicamente, lo que llama la atención no es tanto el pago siquiera simbólico que podían haber hecho los policías, sino el desprecio —en esa misma esfera— que terminaron haciendo, pues hacia 1991, bastaba pagarla con una sola moneda de un nuevo sol (casi la tercera parte de un dólar americano) para hacer el pago total del monto de la reparación civil. Por lo demás, la CVR no menciona quienes eran los cinco policías inhabilitados que retornaron a trabajar a la policía irregularmente, ¿fueron los otros cinco sinchis, excepto el teniente Dávila Reátegui que tenía inhabilitación de por vida?

La masacre de Socos fue llevada al cine —aunque en la trama se utilizó un nombre ficticio para denominar al pueblo—; la película llevó el título La Boca del Lobo del cineasta peruano Francisco Lombardi; una película que no sólo da cuenta de los abusos de la tropa policial con los lugareños y de las ejecuciones extrajudiciales, sino también de la desconexión entre los policías costeños y los campesinos quechua hablantes de Socos. Mostrando que los exiguos 18 kilómetros que separan Socos de Huamanga, la capital del departamento de Ayacucho —más integrado a la égida del centralismo limeño—, son una distancia enorme en términos políticos, económicos y sociales entre el pueblo de Socos y el poder limeño; simbólicamente, quizás tan grandes como los 14 kilómetros que separan a Tánger de Algeciras, de África con Europa. De hecho, el mismo Lombardi, en la película prácticamente no les da voz a los pobladores de Socos, los presenta como seres animados y exóticos, armónicos con el paisaje estepario, quizás como si más que seres humanos se tratarían de figuras humanoides que formarían parte del mismo paisaje, como si no se tratasen de ciudadanos peruanos. Si era la metáfora que Lombardi buscaba insinuar, la logró larga y exitosamente.

LA MATANZA DE SOCOS Y LA IMPUNIDAD EN PERU 2012-11-19 15:27:00

La impunidad en Perú atraviesa un largo recorrido. Desde 1980 hasta Ollanta Humala ahora en el 2012, los gobiernos han instaurado la impunidad como una condecoración a policías, militares y civiles criminales. Uno de estos brutales crímenes fue el ejecutado por la policia en Soccos, un pequeño pueblo andino considerado como base de apoyo de la guerrilla de Sendero Luminoso.

Esta matanza fue el 13 de noviembre de 1983. Han pasado 29 años y en Perú son pocos los que se acuerdan de esta acción de exterminio de pobladores. La vida en Socos se pasaba más o menos en calma y en la rutina de los pueblos que viven de los alimentos que le entrega la tierra. Este pueblo es un paraje ayacuchano a sólo 18 kilómetros de la ciudad de Huamanga. Esta calma fue rota un día cuando miembros de la ex Guardia Civil, la mayoría pertenecientes al grupo de élite policial de lucha contrasubversiva conocidos como los «Sinchis», irrumpieron en la casa de unos lugareños donde se venía desarrollando una fiesta de «pedida de mano» en matrimonio. Sin motivo aparente, salvo el evidente desprecio que profesaban estos policías contra la condición de pobres, campesinos, serranos e indios, le quitaron la vida a más de tres decenas de personas, de diverso género y edad con una crueldad sin límites.

Esta masacre ha quedado prácticamente en el olvido, pues no es funcional a los intereses de los poderosos medios de comunicación limeños recordar crímenes a título del Estado peruano perpetrados con vesania y macabro frenesí; más aún, si se trata de una potente metonimia de las inacabables «pulsiones de muerte» entre la Lima «señorial» y el Sur peruano «indio».

El presente artículo está basado casi íntegramente en datos extraídos del sub-capítulo 2.1. del Tomo VII del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) del Perú, debemos decir con toda honestidad que gran parte de este artículo vendría a ser casi una simple edición del referido sub-capítulo del Informe de la CVR, pues en este caso específico, consideramos que la CVR aplicó un trabajo investigativo y metodológico rigurosos, intentando brindar una descripción de los hechos fidedigna e imparcial; no obstante, discrepamos con las explicaciones conclusivas de la CVR, también presente en el subcapítulo de marras, pues no se ajustan a la propia descripción de los hechos que ofrecen previamente, y además, resultan evidentemente forzadas y direccionadas, pues no cuestionan la institucionalidad policial, como institución involucrada en este horrendo crimen, ni tampoco la lenidad del Poder Judicial, que aplica simbólicamente penas drásticas contra los autores, pero en la ejecución penal escamoteó su actividad punitiva.

El Yaycupacu en Socos

El campamento policial fue instalado en Socos por disposición del Comando Político Militar de la Zona de Emergencia de Ayacucho, menos de dos meses antes de que ocurriera la masacre. Casi simultáneamente a la llegada de los efectivos policiales —muchos de ellos provenientes de departamentos de la Costa peruana— se iniciaron una serie de abusos perpetrados por éstos contra la población —la mayoría quechua hablantes, campesinos, pobres, muchos de ellos iletrados y viviendo en condiciones de precariedad; los robos de la policía a los campesinos de sus bienes y animales domésticos, con mucha prontitud se convirtieron en algo cotidiano.

El 13 de noviembre de 1983, se celebraba una fiesta en la que Adilberto Quispe Janampa pedía en matrimonio a Maximiliana Zamora Quispe, tradicional acto del lugar conocido como «Yaycupacu» (pedida de mano).

Como se estilaba en Socos, los familiares del novio prepararon comida y bebidas de la zona, convocando a los amigos y parientes más cercanos a la fiesta. Cuando el novio y su comitiva se disponían a ir al encuentro de la novia, repentinamente dos efectivos policiales ingresaron de manera violenta a la vivienda, luego hicieron lo mismo el resto de policías; señalando con prepotencia que sólo había permiso para realizar la fiesta hasta las ocho de la noche, y ya eran las nueve.

Dado que muchos de los campesinos habían bebido licor; una de ellos, increpó a los policías por su conducta y les hizo recuerdo de los constates abusos que cometían; esta pequeña protesta crispó los ánimos de los policías quienes realizaron disparos al aire y a pedir los documentos de los asistentes.

La masacre de Socos

Luego, hicieron salir de la casa a todos los presentes y llevaron caminando a todas estas personas hasta la Quebrada del Balcón Huaycco, a media hora de Socos, pudiéndose escapar sólo un número muy reducido de personas.

Al llegar al Balcón Huaycco, los policías separaron a las mujeres jóvenes del grupo y las ultrajaron sexualmente, práctica generalizada de los miembros de la policía y las fuerzas armadas peruanas en las zonas declaradas de emergencia —con Estado de Sitio— durante las décadas de 1980 y 1990 (Véase el sub-capítulo 2.1. del Tomo VIII del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú).

A las dos y media de la madrugada, los policías juntaron a todos los campesinos detenidos y emprendieron contra ellos con ráfagas de sus fúsiles automáticos ligeros, convirtiendo la gélida noche andina de Socos en el escenario de una orgía sangrienta. Luego, los policías agruparon los cadáveres y detonaron granadas para que las voladuras del desfiladero ocasionen una gran remoción de tierras y piedras, y así, los cuerpos de las personas acribilladas quedaran sepultados por los escombros; sólo hubo una sobreviviente, la misma que no fue alcanzada por los disparos y pudo escapar de ser enterrada viva por la tierra y piedras removidas por la explosión.

Las víctimas fueron más de tres decenas de personas cuyas edades —de los adultos— oscilaban entre los 21 a los 62 años; además, dentro de las víctimas hubo nueve niños, tres de los cuales no tenían ni un año de nacidos, mientras los demás no pasaban de los siete años de edad; también se consideró como víctima a un feto de 8 meses y medio de gestación de otra víctima.

Dos días después de esta masacre, una vez que los hechos fueron denunciados, la policía ingresó tanto al domicilio de la profesora Victoria Cueto Janampa como al de Vicente Quispe Flores, denunciantes de los hechos, a Victoria los efectivos policiales le dispararon en la cabeza, en presencia de su madre y de su sobrino. A Vicente Quispe Flores lo secuestraron, para luego ejecutarlo y abandonar su cadáver en un puente de la región.

Asimismo, los policías asesinaron a Javier Gutiérrez Gamboa, un joven encargado de la limpieza de los policías y que los ayudaba en la cocina, pues estaba enterado de lo ocurrido; para disfrazar este otro crimen, los policías pretextaron que habían sufrido una emboscada terrorista en la que sólo este joven había fallecido.

Ante las investigaciones del Ministerio Público, la Policía —como institución cuestionada— intentó encubrir el crimen de sus efectivos, al señalar en la conclusión de un atestado policial que: «no se descarta que los autores del delito de terrorismo y del homicidio múltiple con arma de fuego, sean integrantes del grupo Sendero Luminoso»; igualmente, el Jefe Departamental de la ex Guardia Civil descartó totalmente que el personal del Destacamento de Socos haya ejecutado a los campesinos, señalando que no existían pruebas que demostraran fehacientemente lo contrario, llegando incluso a afirmar que no se llevó a cabo ninguna fiesta en el lugar.

Además, negaron que se haya llevado a cabo la fiesta de pedida de mano y, menos aún, que la hubieran autorizado; cambiaron las piezas de las armas utilizadas para alterar el resultado de la Pericia Balística; simularon hostigamientos senderistas; alteraron el cuaderno de denuncias para incluir presuntas incursiones subversivas al distrito y persiguieron a la única testigo presencial.

Pese, a todas estas argucias, no sólo de los perpetradores sino también de la institucionalidad policial, se abrió instrucción en febrero de 1984 y se dictó sentencia condenatoria el 15 de julio de 1986, la misma que fue declarada de no haber nulidad en todos sus extremos, mediante Ejecutoria Suprema del 30 de septiembre de 1987 de la Corte Suprema de la República.

La sentencia condenó a once de los encausados por el asesinato de los 32 habitantes de Socos y tentativa de homicidio, absolviendo a quince efectivos que no participaron en los hechos. Los condenados, entre los que había seis «sinchis» fueron:

• Teniente GC Luis Alberto Dávila Reátegui a la pena de internamiento no menor de 25 años. Salió por semilibertad el 5 de abril de 1991. • Sargento 2do GC Jorge Alberto Tejada Breñis a 20 años de penitenciaría. Salió por Semilibertad el 14 de marzo de 1990. • Sargento 2do GC Segundo Shapiama Apagueño a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 17 de junio de 1991. • Cabo GC Luis Alberto Machado Tanta a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 3 de julio de 1991. • Cabo GC Gustavo Alfredo Cárdenas Riega a 15 años de Penitenciaría. Salió por libertad condicional el 7 de junio de 1991. • Cabo GC Víctor Ángel Alberto Barrios Barrios a 15 de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 28 de febrero de 1989. • Guardia GC Juan Carlos Aguilar Martínez a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 11 de enero de 1989. • Guardia GC Pedro Ciro Agurto Moncada a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 26 de julio de 1989. • Guardia GC Félix Armando Javier Suárez a 15 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 31 de agosto de 1989. • Guardia GC César Yamer Escobedo Arce a 10 años de Penitenciaría. Salió por cumplimiento de pena. • Guardia GC Genaro Gilberto Pauya Rojas a 10 años de Penitenciaría. Salió por semilibertad el 1 de diciembre de 1988.

Además, por concepto de reparación civil se impuso el pago de I/. 120,000 (ciento veinte mil intis, moneda hoy inexistente en el Perú) que los sentenciados debían abonar en forma solidaria a favor de los herederos legales de los agraviados. Sólo César Yamer Escobedo cumplió con depositar once mil intis y cumplió la condena de manera íntegra.

De otro lado, la misma Ejecutoria Suprema impuso a los responsables de la masacre de Socos las penas accesorias de inhabilitación absoluta durante el tiempo de duración de la privación de libertad y hasta cinco años posteriores a ella, así como interdicción civil durante la condena. La pena de inhabilitación absoluta impedía que los efectivos regresaran al servicio activo de su institución hasta cinco años después de haber obtenido su libertad definitiva; aunque, entre los años 1990 y 1992, es decir, aún antes de obtener su libertad definitiva, cinco de ellos habrían sido repuestos en sus cargos de manera irregular.

La CVR y la masacre de Socos

Además de reunir toda esta información, la CVR ubicó e identificó a 22 niños y adolescentes huérfanos a consecuencia de la masacre de Socos, con las edades que tenían al momento de su ocurrencia, entre 8 meses a 18 años de edad, quienes vieron truncados sus proyectos de vida y fueron sometidos a difíciles condiciones de supervivencia, además de arrastrar el trauma posguerra de por vida, y muy probablemente, con repercusiones transgeneracionales.

Uno de los puntos de este sub-capítulo del Informe con el que discrepamos es cuando la CVR señala:

La CVR considera que la sentencia emitida el 15 de julio de 1986, y su respectiva Ejecutoria Suprema del 30 de septiembre de 1987, en las que se sanciona a los efectivos policiales que asesinaron a los humildes pobladores de la Comunidad de Socos, fortalece al Estado de Derecho, pues no ha quedado impune la grave violación a los Derechos Humanos cometida por las Fuerzas del Orden. Es destacable, además, que el juzgamiento se haya producido fuero civil, pese a que algunos procesados plantearon la declinatoria de jurisdicción civil a favor del fuero militar, lo que no prosperó.

Si logra hacerse el cómputo desde septiembre de 1987 para cada uno de los casos de los condenados, cuyas salidas en libertad se produjeron entre diciembre de 1988 hasta junio de 1991, podríamos identificar que la prisión efectiva cumplida fue de un año a tres años y medio —dejamos al margen el caso de César Escobedo que cumplió pena completa y pago su cuota de reparación civil, quizás por razones éticas personales, pues quiso expiar culpas con la reclusión prolongada, o por que no contó con un «buen» abogado, quizás por que no contaba con la simpatía de la institución policial a la que pertenecía o simplemente por que se trataba del mítico e infaltable chivo expiatorio que suelen haber en estos casos; entre las posibles razones que podemos especular.

Sin duda, pueda que desde febrero de 1984 —tiempo en el que se abrió la instrucción— hasta septiembre de 1987 cuando se dictó la Ejecutoriada, haya habido muchos procesados con detención preventiva; no obstante, ese detalle no lo ofrece la CVR, y cabe la posibilidad que ese periodo hayan gozado algunos de libertad provisional, de todas formas, hay dos años y medio de diferencia; que haría que la prisión efectiva sufrida por los perpetradores de este crimen haya oscilado como máximo —dependiendo de la situación individual— entre tres años y medio a seis años. Tiempo que a todas luces manifiesta una inédita lenidad en la ejecución de la pena por el Poder Judicial, pues en el Perú, cualquier procesado por delito de homicidio simple —ni que decir los de homicidio calificado, como este caso— no bajará de cinco años de prisión efectiva, incluso aplicándose beneficios penitenciarios.

Entonces, a partir de los mismos datos que proporciona la CVR, sin alterarlos en absoluto ni poniendo en cuestión ninguno de ellos, podemos arribar a otra conclusión: que hay evidentes indicios de lenidad y tibieza con la sanción a los policías sentenciados por sus crímenes, y ésta es una forma sofisticada de impunidad.

Además, también pueden apreciarse en este caso otros hechos abiertamente impunes, tales como que no se sancionaron otros delitos cuya concurrencia real fue evidente, tales como los delitos de violación sexual, de secuestro y de abuso de autoridad que también están en la esfera de protección los derechos humanos; y algún otro delito, menor para este caso, contra la fe pública.

Asimismo, también han quedado impunes los actos de encubrimiento y la obstaculización de la acción de la justicia de la Jefatura Departamental de la ex Guardia Civil en Ayacucho, que ni siquiera fueron investigados por el Ministerio Público y el Poder Judicial.

En tanto la preocupación, de la CVR se enfocó en que no se haya podido hacer efectivo el pago de la reparación civil a favor de las víctimas, así como el hecho de que cinco de los sentenciados hayan sido reincorporados a la Policía, pese a encontrarse inhabilitados. En cuanto al primer punto, el monto total de la reparación civil era tan ínfimo al momento que salió el último sentenciado de prisión, pues luego de la inflación económica de la década de 1980, la suma total de la reparación civil equivalía al costo de dos bolos de pan en el Perú. Por lo que, siendo una cantidad tan ínfima económicamente, lo que llama la atención no es tanto el pago siquiera simbólico que podían haber hecho los policías, sino el desprecio —en esa misma esfera— que terminaron haciendo, pues hacia 1991, bastaba pagarla con una sola moneda de un nuevo sol (casi la tercera parte de un dólar americano) para hacer el pago total del monto de la reparación civil. Por lo demás, la CVR no menciona quienes eran los cinco policías inhabilitados que retornaron a trabajar a la policía irregularmente, ¿fueron los otros cinco sinchis, excepto el teniente Dávila Reátegui que tenía inhabilitación de por vida?

La masacre de Socos fue llevada al cine —aunque en la trama se utilizó un nombre ficticio para denominar al pueblo—; la película llevó el título La Boca del Lobo del cineasta peruano Francisco Lombardi; una película que no sólo da cuenta de los abusos de la tropa policial con los lugareños y de las ejecuciones extrajudiciales, sino también de la desconexión entre los policías costeños y los campesinos quechua hablantes de Socos. Mostrando que los exiguos 18 kilómetros que separan Socos de Huamanga, la capital del departamento de Ayacucho —más integrado a la égida del centralismo limeño—, son una distancia enorme en términos políticos, económicos y sociales entre el pueblo de Socos y el poder limeño; simbólicamente, quizás tan grandes como los 14 kilómetros que separan a Tánger de Algeciras, de África con Europa. De hecho, el mismo Lombardi, en la película prácticamente no les da voz a los pobladores de Socos, los presenta como seres animados y exóticos, armónicos con el paisaje estepario, quizás como si más que seres humanos se tratarían de figuras humanoides que formarían parte del mismo paisaje, como si no se tratasen de ciudadanos peruanos. Si era la metáfora que Lombardi buscaba insinuar, la logró larga y exitosamente.

Todas las voces todas 2012-11-16 22:01:00

Primero fue la Corte Interamericana de Derechos Humanos que, en 2004 exhortó al Estado Argentino para que adecuara su legislación interna a las normas internacionales de Derechos Humanos, y que hechos como la muerte del joven Walter Bulacio en manos de la policía, no podían seguir sucediendo.

Seguidamente, en el año 2007 y de forma ininterrumpida, bajo el título "¿Por qué tu gorra sí, la mía no?" se organizó la primera marcha de la gorra, donde numerosos jóvenes pertenecientes a los sectores populares, denunciaron que el Código de Faltas los discriminaba y no los dejaba transitar libremente, a pesar que la Constitución así lo establece.

Después, Inecip organizó el Congreso Latinoamericano sobre Código de Faltas, donde todos sus expositores – locales, nacionales e internacionales – coincidieron en que el Código de Faltas cordobés es una herramienta de racismo punitivo. También se publicó un libro que señaló que detrás de la excusa de la seguridad para algunos, se esconde la vulneración de derechos para muchos.

En el año 2010, la Corte Suprema de Justicia expresó en el fallo N., J. G., que el Código de Faltas tucumano – similar al Cordobés – vulnera el derecho de defensa en juicio, en tanto permite que el imputado declare frente a la policía sin la presencia de su abogado, lo que es grave teniendo en cuenta que todavía sigue vigente en la memoria colectiva, cuando la policía arrancaba confesiones mediante la tortura.

Luego, el Colegio de Abogados de Córdoba  expresó que la figura del Merodeo en el Código de Faltas es inconstitucional por no respetar el principio de legalidad. Además puntualizó que no puede ser la policía quien acuse y juzgue en el procedimiento contravencional sin con ello violar el derecho de ser juzgado por un juez imparcial.

También hubo policías que denunciaron penalmente a sus superiores porque los obligaban a detener masivamente personas sin otro motivo que el de engrosar estadísticas.

A posterior, un grupo de profesores de la Facultad de Derecho de la UNC, durante una de las sesiones de la Comisión de Reforma del Código de Faltas en la Legislatura dijeron, entre otras cuestiones, que nadie que se precie de haber leído la Constitución Nacional puede sostener seriamente que un comisario puede dictar sentencias.

Hace unos días, una Jueza de Río Segundo expresó que los errores del personal policial en un sumario contravencional son groseros, y constituyen una grave afectación a la libertad de los ciudadanos.

Ahora, un grupo de investigadores de la UNC, la Universidad de la Rioja (España) y del Espacio de Resistencia al Código de Faltas, pudo probar empíricamente que la normativa contravencional es una herramienta selectiva que viola sistemáticamente los Derechos Humanos, sobre todo de los sectores vulnerables de la economía, quienes son sometidos más asiduamente a malos tratos, son detenidos por la simple portación de rostro y la duración de su detención siempre es mayor en relación a la clase media o alta.

¿Qué más hace falta para que la Legislatura entienda que debe avocarse urgente a tratar el tema del Código de Faltas? ¿Qué más se requiere para que el Ministerio de Seguridad entienda que la policía no puede hiperencarcelar a jóvenes por su condición social, su modo de vestir, de divertirse o cortarse el pelo? ¿Qué más se necesita para que la policía entienda que debe adecuar sus prácticas a la democracia?

Mucha sangre y libertad se han perdido esperando. Es tiempo que a los cordobeses nos lleguen las garantías del siglo XVIII.

* Abogado, miembro del Observatorio de Prácticas en Derechos Humanos de la UNC



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